Moisés Naím analiza la «necrofilia ideológica argentina»

Gabriel Conte
Gabriel Contehttps://gabrielconte.com.ar/
Soy Gabriel Conte, periodista. Fundé el diario Memo (memo.com.ar) en 2019. Creé y dirigí en los años ’90 la hoja de cultura El Comunero. Fui director de la revista Mendosat y durante 12 años trabajé como periodista, subdirector y luego director del portal MDZ, además de ser director de MDZ Radio. Mis primeros pasos en el periodismo los di en LV10 Radio de Cuyo. Mi programa «Tormenta de ideas» entrevistó a unos 30 mandatarios y expresidentes, premios Nobel y figuras destacadas del mundo, por Radio Nihuil. He colaborado con medios de Argentina y el extranjero.

Una entrevista realizada en el programa radial «Tormenta de Ideas», por Gabriel Conte junto a Santiago Montiveros, el 4 de julio de 2021 por Radio Nihuil.

Uno de los analistas políticos globales más consultados,Moisés Naím, está convencido de que enAmérica Latinase rinde culto auna práctica perversa: lo que llama «necrofilia ideológica», una pulsión por rendir culto a líderes o ideas muertas, idealizados en el presente. Eso lleva, indica, a una carencia de discusión sobre lo que se vive ahora y sobre todo, sobre el futuro.

Las columnas de fondo deNaímson publicadas periódicamente por los principales diarios de América Latina así como porEl Paísde España yLa Repubblicade Italia. En 2011, recibió elPremio Ortega y Gasset, el más prestigioso del periodismo español. Es miembro distinguido delCarnegie Endowment for International Peaceen Washington, DC y es el director y presentador deEfecto Naím, un programa de televisión semanal sobre temas internacionales transmitido en Estados Unidos y Latinoamérica a través deNTN24/DirecTVasí como por varios canales nacionales en diferentes países.

En 2013,Naímfue incluido por la revista británicaProspecten la lista de los intelectuales más destacados del mundo y ha sido reconocido como un «global thought leader» por elGottlieb Duttweiler Institutede Suiza.

Antes de integrarse al Carnegie Endowment en 2010,Naímdirigió por catorce años la revistaForeign PolicydelWashington Post.En ese período, la revista fue relanzada y ganó elNational Magazine Award for General Excellencetres veces siendo considerada hoy en día una de las publicaciones más influyentes del mundo en su tipo.

Naím es autor, también, de numerosos artículos académicos y más de diez libros sobre economía y política internacional. Tanto elFinancial Timescomo elWashington Postseleccionaron uno de sus libros,El Fin del Poder: empresas que se hunden, militares derrotados, papas que renuncian y gobiernos impotentes. Cómo el poder ya no es lo que era, como uno de los mejores libros del año (2013).Bill Clintoncomentó que este libro «cambiará su manera de leer las noticias, su manera de pensar en política y su manera de mirar al mundo,» yFernando Henrique Cardosodijo: «Quienes ya tienen poder -o aspiran tenerlo- deben leer este libro.» Su anterior libroIlícito: cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo(2005) publicado en 18 idiomas, fue seleccionado como uno de los mejores libros del año porWashington Posty sirvió de base para un documental producido porNational Geographic.

Fueministro de Industria y Comercio de Venezuelaa comienzos de los años noventa, director del Banco Central de Venezuela, y Director Ejecutivo del Banco Mundial. También fue director académico y profesor de negocios y economía en el IESA, en Caracas. Es fundador y presidente del Grupo de los Cincuenta (G50) y miembro de los directorios de varias impresas.

Este sábado, el programa «Tormenta de Ideas» deRadio Nihuil, habló a fondo con él.

– Básicamente que el remedio para la pandemia es una vacuna, pero la pandemia es acompañada en muchos de nuestros países con otra epidemia grande qué es la de la de movimientos fascistas, autoritarismos y el resurgimiento de ciertos romanticismos dramáticos del pasado. ¿Qué vacuna encontramos contra esto, Naím?

– Más democracia, más libertad de prensa, más activismo inteligente más escrutinio de malas ideas robadas y, una y otra vez ideas fracasadas que siguen teniendo popularidad. Yo he estado hablando y está escribiendo muchos años sobre la necrofilia ideológica. La necrofilia es una perversión que sufren algunos seres humanos que es una atracción indetenible por cadáveres. Esa necrofilia tiene una manifestación ideológica, que es el amor, el encantamiento y el atractivo incontenible hacia idea fracasada. Es decir ideas que han sido sido probadas repetidamente en el mismo país, en distintos momentos, en diferentes fases históricas y en otros países, pero que siempre terminan en más corrupción, más miseria, más desigualdad, más retroceso y menos progreso. Y sin embargo, siguen siendo muy populares y muy atractivas. Y la pandemia revelado cuan profundas son. Hemos visto al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, recomendando sus ciudadanos que se protejan con amuletos religiosos, hemos visto a Jair bolsonaro diciendo qué bueno que no hay nada que hacer sino aceptar pasivamente la muerte de millones. La pandemia ha resucitado necrofilia ideológica y, sí tiene razón, hay una pandemia biológica, pero también se ha ampliado la necrofilia ideológica y el abrazar e implementar malas ideas y transformarlas en ideas que se intentan. Argentina históricamente ha sido un gran utilizador. Los políticos argentinos son muy propensos a la necrofilia ideológica. Quiero aclarar que hay de ambos lados, está en todos lados, como el virus.

– Pensamos en algún momento que la tecnología democratizada a la gente porque le permite acceder desde una red social, con su opinión, a cuestionar o tomar decisiones. ¿Pero qué rol veo usted que está cumpliendo ahora la tecnología en la difusión de estas ideas del pasado que vuelven?

– Enorme, la tecnología y concretamente las redes sociales viabilizadas por Internet han potenciado ciertas prácticas. El populismo ha estado con nosotros desde siempre. En Argentina el general Perón fue muy notorio en su manera inclusive escribir el populismo. Siempre la polarización política ha sido parte de la historia de la humanidad. siempre la propagando y uso el uso de la información ha estado con nosotros, nada de eso es nuevo Lo que ha sucedido ahora es que las tecnología ha potenciado estás prácticas. Hoy en día el populismo es un fenómeno a nivel mundial amplificado por las redes sociales. Muéstrame una sociedad democrática y te muestro un nivel de polarización que va desde España Estados Unidos, de Israel a la India.

– ¿De qué manera se sale? ¿Hay un lado positivo de todo esto esto? ¿Nos permite plantearnos cuestiones para superarla definitivamente o estamos entrampados?

– Es pregunta muy importante y muy difícil de responder, porque de lo que estamos hablando no una sola cosa. No es que hay una sola enfermedad, un solo virus, entonces hay que concentrar todos los esfuerzos para solucionarlo. Estamos hablando de una cantidad de retos multifacéticos, diferentes. La manera como hay que enfrentar, por ejemplo, la normalización de la mentira y el desprecio por la verdad, el desprecio por la ciencia. Eso es una tarea que requiere esfuerzos, pero al mismo tiempo el resurgimiento de prácticas antidemocráticas y liberales también. Entonces todo forma parte de una amalgama de cosas, pero si uno trata de enfrentarla como una sola idea o con un solo esfuerzo, va a fracasar porque es multifacética.

– Estamos viviendo un tiempo fundacional y se ve un enfoque transversal. Hablamos con un referente de la izquierda mexicana, como Cuauhtémoc Cárdenas, y se mostró horrorizado por lo que está pasando en Nicaragua. Hay gente que desde posiciones de izquierda tradicionales ya empiezan a ver qué se les va la mano. empezó todo esto en Venezuela, en Nicaragua y empezamos a ver otros países. Hay algunas luces de alarma en la Argentina también.

– Así es, eso es así. Creo que el corolario lo que acabas de firmar y que yo comparto completamente es que hay que pasar a retiro las ideas de izquierda y derecha. Si tu utilizadas ese marco conceptual anda a Venezuela y dime qué es de izquierda y que es de derecha. O anda a México, a Argentina, al Chile de Lagos y Bachelet, o al Chile del actual gobierno. Hemos visto al gobierno de Chile de derecha tomando políticas que son tradicionalmente consideradas de izquierda. Lula da Silva a su vez, cuando fue presidente adoptó políticas económicas que son conocidas como de «derecha». Creo que hay que dejar descansar esas ideas derecha y de izquierda y saber que cuando uno las está utilizando está empañando más el lente de análisis que aclarando. Estas ideas pueden llevar a conclusiones, contradicciones y ser banales, porque no significa nada. La gran batalla ahora es entre autocracia y democracia, con la defensa de los Derechos Humanos y la libertad de expresión muy, muy en alto como prioridad. Y también quisiera en algún momento hablar de la criminalización del Estado con Latinoamérica sufriendo la consecuencia de eso.

– ¿Gran parte de la política también se nutre de los recursos que provienen del crimen organizado en alta escala y cada vez más me da la sensación, a niveles de élites gobernantes no?

– El dinero la política y el dinero la democracia es un tema importantísimo y subterráneo que se sabe que está allí pero nunca se extirpa. El no dotar a los movimientos políticos liberales de recursos y de capacidades está dejando el campo abierto para que los narcotraficantes y carteles criminales internacionales y locales sean los que aportan los fondos para que estos candidatos sean alcaldes, gobernadores, diputados, jueces y hasta presidentes, como el caso de Honduras.

– Hablando con Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas, nos hablaba de la conformación de un narcoestado, directamente.

– De Venezuela ya hablaremos. Pero el ejemplo que estaba nombrando es Honduras. El presidente de Honduras es acusado de narcotraficante por Estados Unidos. Hay un proceso muy claro y es un ejemplo de la criminalización de los gobiernos, no es que hay un gobierno y fuera hay grupos criminales que sobornan. Ya no es así, sino que el Gobierno mismo es el ente criminal que lucha contra la criminalidad no para erradicarla sino para controlarla y quedarse con el negocio. Eso lo estamos viendo en muchos países incluyendo Rusia, Bielorrusia, en los Balcanes y América Latina. En Venezuela es un buen ejemplo de un fenómeno que no es fácilmente definible con palabras. Ciertamente no es de izquierda, es un gobierno militar torturador y ferozmente represivos los más pobres. Es un gobierno que se llama de izquierda, pero que ha creado condiciones donde los más pobres que pueden caminar, caminen miles de kilómetros con tal de salir del infierno en que se ha vuelto el país sin comida, sin transporte, sin seguridad personal y sin gasolina. Venezuela es un estado fallido donde el régimen no es capaz de proveer servicios básicos como agua, salud, educación, etcétera. Es un estado fallido cupado por una potencia extranjera, que en este caso es Cuba, y que logrado saquear el país para su beneficio. Es un país que antes era un petroestado, donde petróleo era importantísimo, y que ahora es un narcoestado donde el narcotráfico es la actividad económica más importante. Es un epicentro de la de la criminalidad internacional y es un país altamente criminalizado.

– Quería dedicar un pequeño capítulo, desde mi punto de vista muy importante, al rol de las oposiciones políticas en los países que todavía en las que tienen libertad, porque no están demostrando un norte un camino claro sobre cómo enfrentar a este tipo de situaciones y regímenes.

– Si le quitas la palabra Venezuela o Argentina y le pones la palabra España o Rusia o de cualquier país que tiene una dictadura o un régimen autocrático, esa descripción que haces de una oposición fragmentada con líderes incompetentes que contribuyen más a las divisiones. Lo que quiero decir es que lo que estamos viendo es una oposición dividida, con frecuencia equivocada, confundida y dominada por gente ilegítima muchas veces, que muchas veces no han sido elegidos por nadie pero son los que se encargaron del poder y que tienen este bloque de oposición que lo único que tienen en común es que quieren que salga el régimen para ponerse ellos. Simplemente estoy diciendo que esto es la norma es con frecuencia ocurre en los países. Ocurrió en las filipina de Marcos. Digo que ellos forman parte de un fenómeno alrededor del mundo donde los regímenes autoritarios logran tener enemigos débiles, confundidos y poco capaces de enfrentarlos con eficacia.

– ¿Qué cuota qué poder tiene hoy en día al miedo, el miedo tradicional sumado al miedo que genera la pandemia? ¿Le parece que tengo un rol protagónico?

– Sí, claro, depende de qué país habla. En Reino Unido hay mucho miedo porque la pandemia se ha vuelto desatar, pero ese miedo es diferente al miedo que siente un venezolano cuando sale la calle, donde puede ser robado, asaltado asesinado y la probabilidad de que eso pase es muy alta. Entonces el miedo es importante y en diferentes países tienen diferentes manifestaciones. Cuando hablas del miedo como un factor importante, creo que tiene que ver con el estado fallido, con el miedo de estar viviendo una sociedad cuyo gobierno no es capaz de proveer servicios públicos básicos que tiene derecho a esperar una población, el cual incluye notablemente en la Seguridad Ciudadana.

– También el miedo de no tener futuro. Yo creo que la política no está marcando horizontes. Siempre nos dio una ilusión, aunque era a veces demasiado utópica la política marca un horizonte y hoy está faltando.

– Mucha de la gente que estamos viendo en la calle. Las calles de América Latina están ardiendo. En todas partes hay disturbios callejeros, las estuvimos viendo en Colombia, Chile, Brasil, Ecuador. En fin, la calle se ha transformado, bloquear calles, tomar calles y plazas se ha transformado en un vehículos importante de participación política puesto que los partidos no son el canal natural a través del cual canalizar expectativas e intereses. Entonces si es así no hay futuro, quién es el que ofrece el futuro o un mundo mejor en el que pueden participar los más jóvenes. De eso hay poco y hay mucha gente en la calle protestando eso. A principios de siglo América Latina vivió una economía muy positiva, debido al alza del precio de las materias primas que son las exportaciones principales y eso generó la clase media más numerosa de la historia de América Latina. Los que están en la calle son los beneficiarios de ese boom que les hizo ver cómo se puede ser clase media y que están a punto de perderlo y se están deslizando hasta caer por debajo de la línea de pobreza. Entonces están en la calle pague la calle buscando reivindicaciones, protecciones, subsidios, ayuda posibilidades y futuro. Vi un número extraordinariamente triste de la Argentina y es que el 42% de la población está bajo la línea de pobreza. Argentina no es un país que merece eso. Y cómo se puede sentir esa gente. Frustrada, indignada y muy asustada.

La entrevista completa a Moisés Naímhaciendo clic aquí