Golpeados por la salida de la adicción al populismo K, ahora nos enfrentamos a dicutir por qué se votó por Milei y si Massa hubiese sido mejor. Pero los masistas dicen que hubieran hecho lo mismo.
El diálogo en las redes sociales y medios de comunicación se han llenado de elucubraciones en torno a lo «suicida» que resultó haber puesto al panelista de TV Javier Milei en el Sillón de Rivadavia. Es cierto que se ve raro que sea él quien ocupe la primera magistratura argentina, hay que admitirlo, se le quiera o no. Pero también es cierto que ganó por el voto masivo de las mayorÃas y eso representa el núcleo del ejercicio democrático: ganó y hay que dejarlo gobernar, buscando los equilibrios.
La otra versión de los análisis, esta vez en boca principalmente de los politólogos y sociólogos de los medios, da cuenta del presunto voto por Milei «solo por desalojar al kirchnerismo», al que cifran en un 50% de todo su caudal, con lo que dicen entonces que solamente la mitad de sus votantes querÃa el ajuste tan aplaudido durante su mensaje de asunción.
El «voto suicida» de los que lo eligieron para ser ajustados ellos y no la polÃtica ni los poderosos, quedarÃa reducido a una minorÃa, de acuerdo con esa interpretación.
Pero si se mira la realidad en 360 grados, puede apreciarse que, además, el gobierno que se fue el gran instigador a este presunto «suicidio», porque sostuvo que era el garante de una prosperidad que no era otra cosa que un pie sobre un resorte que, al sacarlo, hizo saltar la mentirosa estabilidad por los aires. Pero que además tiene otro ingrediente: la mayor parte del paÃs fue asistida con recursos del Estado en planes, subsidios, bonos y asà y todo nadie pudo salir de la pobreza, sino que por el contrario, el gobierno de Los Fernández y de Sergio Massa terminó no solo siendo muy poco «nacional y popular», sino con 45% de pobreza, por lo menos.
Entonces, ¿de qué «suicidio» hablamos? Más aun cuando Gabriel Rubinstein, el segundo de Massa, admitió en declaraciones recientes que si ganaban ellos harÃan lo mismo que está haciendo Milei, es decir, que el gobierno anterior de Massa, Rubinstein y todos los demás incumplió con los deberes de funcionarios públicos, retrasó las reformas imprescindibles solo para jugarse a los argentinos a la ruleta electoral y perjudicaron a la mayor parte de la población por ambiciones desmedidas en lo personal y en lo polÃtico.
Atento a esta realidad, lo que nos queda ahora es discutir con cuál «suicidio» estarÃamos mejor. Pues tratándose de la privación de la vida, la respuesta es obvia: con ninguno de estos dos.
Por lo tanto, lo que resta es monitorear la normalización de las cosas que fueron artificialmente alteradas, procurar que la sierra -cuyo filo quedó del lado de la clase media- sea reconducida y se dirija hacia donde debe actuar y que nadie mienta más.
La idea de la situación que se está viviendo en medio de la hiperinflación reconocida esta semana que pasó por el vocero presidencial Manuel Adorni, es que estamos saliendo de una adicción extrema a la droga del populismo, y que en pleno proceso de recuperación sentimos el sÃndrome de abstinencia. Poco a poco nos damos cuenta de lo malo que fue vivir asà de mal como estábamos, aunque ahora nos sintamos que estamos peor.