Las elecciones PASO de este 11 de junio en Mendoza dieron su mensaje: a quién se quiere y a quiénes no; quiénes ganaron y quiénes perdieron.

Hay dos candidatos que le preguntaron tres veces a la ciudadanía si los quieren gobernando Mendoza y la respuesta consecutiva fue que «no». Tanto Omar De Marchi, en diversos partidos y circunstancias, como Guillermo Carmona desde el peronismo, han recibido el mensaje y no lo han querido, podido o sabido procesar: insistieron. En el caso del exdemócrata y «siempre» diputado nacional del PRO, se le suma su capacidad para generar maniobras centradas en su porfía con querer arribar a un cargo para el que la sociedad no lo visualiza capaz. La conformación de La Unión Mendocina como un instrumento recolector de todos los que nunca le pudieron ganar a Alfredo Cornejo es el colmo de la acumulación de vocaciones frustradas en beneficio propio de De Marchi.

El espacio vio caer este domingo a los ídolos con pies de barro que montó el lujanino: Daniel Orozco cayó en territorio propio, los peronistas Diego Martínez Palau, Andrea Blandini y Jorge Omar Gimenez sucumbieron en los distritos en donde se corrieron de sus orígenes para alimentar el ego de De Marchi.

Y si bien se insiste en maquillar las derrotas como futuros triunfos posibles, la elección fue contundente: les dijo que sí a algunos y que no a otros.

Entre los resultados hay que destacar algunos aspectos, como que Alfredo Cornejo no preservó todos los votos que tenía, y así y todo se impuso. O que dos candidatos que no viven directamente del Estado hayan tenido buenas performances personales, como Omar Parisi, que será el candidato del Frente Elegí y es gerente de una estación de servicios de Freddy Vila en Uspallata, o Luis Petri, que se pasó de la banca de diputados a los bancos, como abogado desde el llano, y el domingo obtuvo un caudal respaldatorio que levantó a Cornejo y que le permite a Cambia Mendoza diversificar sus listas con los candidatos que ofreció para la Legislatura y los Concejos Deliberantes el dirigente radical sanmartiniano.

Una mención aparte merece las actitudes de los tres veces negados. Carmona optó por el respetuoso silencio. De Marchi, por la desesperación: empezó a recitar los mismos mensajes de Petri para ver si con eso capta a sus votantes, a los que debe creer tontos e ingenuos, maleables, disponibles para sus propósitos personales.

La gente es menos tonta de los que muchos de sus dirigentes creen o quisieran que fuera, y ya se dio cuenta de que financiamos con el Estado sus ambiciones y deseos, por lo que probablemente se esté ad portas de un nuevo tiempo, castigando y premiando a conciencia.

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