«Yo creo que la ciudadanía no sabe quiénes son bien los candidatos, nunca lo supo. He tomado el ejercicio de hacerles preguntas de las últimas legislativas a varia gente informada y no supo decirme quiénes encabezan la lista, pasa habitualmente esto. Por eso se transforma en una elección de concepto, más que de candidatos. En la Legislatura provincial con suerte algunos saben quiénes encabezan la lista, pero no mucho más. Y a nivel nacional también, en el caso este probablemente los candidatos son un poco más conocidos: Félix, Luis Petri, Difonso, hace rato que están en política entonces pueden ser más conocidos, pero en general son elecciones más de concepto». Alfredo Cornejo, entrevistado en Radio Post (completa, con clic aquí).
Una vez más las elecciones estarán movidas más por otra cosa que por la razón.
Es una especie de ejercicio práctico de lo que nos dejaran las películas de dibujos para el cine que conocimos como «Intensamente»: una lucha entre sensaciones que se va a dar en colores.
En la cita con la que empieza esta nota hay un reconocimiento de que, al menos en Mendoza, hay un desconocimiento de muchos de los candidatos y de que, en lugar de votar por uno u otro, muy probablemente a la hora de tener las boletas únicas de papel en la escuela veremos primero que nada, los colores de cada columna, y ellos convocarán a nuestras evocaciones.
Con mayor o menor intensidad, votaremos por un color u otro. Por el que nos despierte sensaciones más cercanas al placer o, mejor dicho, la tranquilidad.
En sentido inverso, también iremos descartando aquellas columnas con colores que nos generen intranquilidad, repulsión, bronca o algún otro sentimiento negativo.

Hay que fijarse muy bien que aquellos partidos que tienen asesoramientos más sólidos de expertos en campaña se centraron, ya sobre la recta final, en potenciar los colores de sus publicidades y no los eslóganes o rostros. Las caras de los candidatos combinaron fuertemente con los colores como fondo, para que una cosa lleve a la otra.
Es violeta el oficialismo, celeste la oposición peronista y verde, naranja o rojo el resto de las oposiciones.
Otros partidos no supieron atinarle al momento de sintonización mental que había que ajustar con votantes que concurren este domingo a las urnas pensando más en colores que en personas, buscando vivencias (continuidad, cambio rotundo, cambio leve, sorpresa, indiferencia) a través de tocar a uno o al otro, a gusto.
Es una elección que se da en tiempos de Inteligencia Artificial y dudas en torno a lo que se informa y comunica, debido a la proliferación de noticias falsas más creíbles que en otras oportunidades, y de noticias verdaderas que a la luz de su fuerza resulten increíbles. De allí, probablemente, que vaya a ver más reacciones en el sentido descripto que de modo político, al menos en el grueso de la ciudadanía que decida aprovechar la oportunidad de expresarse mediante el voto y no ausentándose, como muchos analistas han dicho que sucederá.
Entonces, todo indica que estamos ante una elección de medio medio término que definirá apoyos y rechazos, pero que se movilizará por otro lado, en forma diferente a la racionalización clásica, ya que no se puede menospreciar que la asociación de colores con líneas políticas carezca de contenido.
Para cerrar, un poco de estadística, para aportarle datos al arco iris electoral.
Lo contó el economista Christian Buteler desde sus redes sociales y sirve como dato:
«Desde la vuelta a la democracia hemos tenido 10 elecciones puramente legislativas. El oficialismo obtuvo en promedio el 36.1% de los votos a nivel nacional. Cuando ganó el oficialismo sacó en promedio 38.6% (con picos de 43.6%), cuando perdió 32.4%».


