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jueves, diciembre 4, 2025

Subdesarrollo y abandono en la frontera: el calvario de volver de Chile

Quería parar un cachito, freno de mano. Nos sentamos, charlamos un temita. Me parece que es importante que reflexionemos sobre un tema puntual. Hoy en día, miren, yo siempre les he dicho que las anécdotas personales van en sentido contrario de la información, pero muchas veces también uno se nutre de anécdotas personales y de experiencias. Por eso ahora vamos a tratar de tomar un poquito de cada lado de las anécdotas personales para tratar este tema que quiero que lo hablemos entre todos y que ustedes también opinen. Ahí voy.

Puntualmente quiero que sepan que somos un país y una provincia subdesarrollados en donde se aplican medidas soviéticas. Es decir, hay una mixtura de cosas que nosotros las hemos naturalizado, pero que si las miran desde afuera, desde otro país, desde la mirada de un extranjero, suenan así. Suenan a soviéticas por intempestivas, por abusadoras, por autoritarias, pero también subdesarrolladas.

Les estoy hablando de tratar de ir o de volver de Chile. Lo hemos hablado una y un millón de veces en este programa y lo vamos a seguir hablando. ¿Por qué? Porque, por ejemplo, ayer, para volver de un fin de semana largo, todo el mundo sabía que era primero de mayo, ¿no? Todo el mundo sabía que iba a haber un jueves, un viernes de feriado puente, un sábado y un domingo, y que la gente el domingo iba a volver. Bueno, está bien. La gente lo sabía también, pero sobre todo el Estado lo sabía.

En lugar de flexibilizarse y ordenarse de modo tal de dar un servicio a la población, de abrazar a la población cariñosamente para que la gente lo quiera y lo respete, el Estado sigue haciendo lo mismo de siempre. Ayer anoche, a la vuelta de Chile, venían muchísimos mendocinos —miles y miles— que se habían ido el fin de semana. De 21 casillas disponibles en Los Horcones (que es el Centro Fronterizo Roque Carranza del lado argentino) funcionaban ocho.

Para llegar, la gente tenía que meterse en infracción a la izquierda, girar a la izquierda para entrar a la aduana. Ya eso es de locos, porque no se entiende. Dirigiendo el tránsito, un montón de gendarmes. Y miren: para ser gendarme en la Argentina —acá abro otra ventana, otro capítulo— es muy fuerte la profesión. Son muy preparados. Deberían estar haciendo inteligencia, no parados en un estacionamiento. Estaban ahí dirigiendo el tránsito, disminuidos totalmente, 12 horas ahí. No sé si tenían los elementos. Había algunos sin chalecos refractarios, por lo tanto se los podría llevar puesto un camión, por ejemplo. Sobre todo porque tenían que controlar el tránsito en la ruta internacional más transitada de América del Sur, con los autos metiéndose en contramano a la aduana.

¿Qué es lo que está establecido? El Estado permite que cometamos infracciones. Te lo pide.
Una vez adentro, tenías que hacer una espiral, un caracol dentro de la playa. Es decir, hacer dos veces todo el circuito por la cantidad de autos que había y porque adentro había poca gente trabajando. Entonces, hay responsables de que terminemos puteando para todos lados, de cambiarnos el humor, de estar tres horas y media (por más que el informe diga que fueron dos) esperando.

Y acá abro otra ventanita: tres horas y media de la vida de una persona que le quedan pocos días o pocos meses de vida… ¿Cuánto vale eso? Tres horas de vida de una persona que quiere llegar a su casa después de haber estado afuera.

Ustedes dirán: «Bueno, que se jodan por ir a consumir a Chile». Bueno, también les digo: ¿por qué el Estado argentino no tiene un sistema económico que permita que compremos las cosas acá y no en Chile, donde valen hasta tres y hasta seis veces menos, según qué producto?

La culpa no es de la gente. La culpa sigue siendo de los que gobiernan la Argentina. Este gobierno, el anterior, y el anterior, y el anterior. No cambiaron la situación en el paso internacional.

Ustedes dirán: “Bueno, a lo mejor los empleados que metió el gobierno anterior son unos chantas”.
La verdad es que anoche había demasiada laxitud. Entraban de a grupos de vehículos, atendían, charlaban, venían, había espacios en blanco, y afuera había 1000 autos en séptuple fila para poder entrar, haciendo un caracol. Una cosa inusitada, nunca vista en ningún lugar del mundo. Porque también pienso: ustedes ya se acostumbraron. Ustedes ya compraron la freidora de aire en Chile y vienen contentos, pero en ningún lugar del mundo la gente hace esta fila para pasar de un país al otro. Solo en países en guerra, si es que te permiten pasar. Solo en un país soviético hace cuánto… 40 años atrás o más.

Bueno, esto lo estamos viviendo. Comprendamos que estamos irresueltos, que estamos inconclusos, que la Argentina está por hacerse. Que Mendoza no es una isla en el país. Tenemos este problema.

Y les digo algo más, que a lo mejor va a sonar un poco despectivo o chovinista: a Buenos Aires le importa un bledo lo que pasa en Mendoza y en el paso a Chile. Casi lo mismo de lo que le importa a Santiago con respecto a Los Libertadores. No les importa. No miran para la montaña. Fíjense ustedes las noticias: son ombligocentristas de Buenos Aires, son porteño-céntricos. Nosotros no existimos.

Lo que se vive ahí es horrible. Volver a la Argentina desde un país debería ser automático. Ojalá funcione el proyecto Centauro, ¿no? Que podamos pasar, que te miren quién sos con una huevada tecnológica. Y que si quieren descubrir si traés cocaína, marihuana o contrabando de productos, hagan inteligencia. Para eso la Gendarmería está muy bien preparada, las policías federales, los distintos organismos del Estado. No para dirigir el tránsito, señores.

Han condenado a un tipo o a una tipa que son gendarmes a estar parados 12 horas controlando el tráfico de gente enojada que los putea. Todos contra todos. ¿Qué hemos hecho para que nos traten así? ¿Por qué está tan mal todo esto? ¿Por qué nadie lo soluciona? ¿Hay interés o es torpeza? Porque si es torpeza, dejémonos de embromar.

¿A cuántos cancilleres vamos a hacer pasar en auto para que vean lo que es el paso internacional?
Lo tienen que solucionar. Y lo de la ruta, ni hablemos. Ese será otro momento, otros minutitos.

Pensemos en grande, no en así de chiquitito. No en parchar las rutas, en ver una cosita, en “cuando no haya pobres se solucionarán los problemas”. Hagamos una ruta madre para cruzar a Chile, ida y vuelta, para llevar nuestros productos a Asia, al Pacífico, a Estados Unidos. Necesitamos pensar en grande.

Pero si la sociedad justifica todo diciendo: “Está bien, demoramos un poquito, pero me traje la freidora de aire más barata”, no, muchachos. Pensemos en grande.

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