23.7 C
Mendoza
jueves, diciembre 4, 2025

Siempre en campaña, nunca es tiempo de lo importante

La situación de permanente campaña electoral desdibuja los roles y no da tiempo a pensar cómo solucionar problemas muy profundos que afectan a todos, inclusive a los unicos beneficiarios del «eleccionismo» inacabable: los políticos.

Hay temas cuyo abordaje resulta urgente. Sin embargo, en el país en el que siempre se está en campaña política, nunca es buen momento para discutirlo. De hecho, la buena idea de que se vote solo cada 4 años, al menos en Mendoza, los propios legisladores que debían discutirlo la archivaron sin levantar la perdiz, por lo que puta pudiera y se quedaran sin chances de seguir subiendo la escalera de los cargos.

Siempre resuena el atenuante que la política infiltra al diálogo público sobre sí misma: «Salimos del seno de la sociedad». No mienten. Pero lo cierto es que podrían tirar un poco para arriba, romper con la medianía, levantar la vara al postularse para ser parte de un «seleccionado» de mendocinos, que son los que llegan a la Legislatura o su versión mini, los concejos deliberantes.

Lo que pasa es que terminan siendo representantes de la política y no de su gente. Y probablemente, ni siquiera de sus partidos (lo cual hablaría de que hay un ámbito de discusión y consensos en algún núcleo de ideas básicas), sino que fungen como delegados del que los puso en las listas y esperan instrucciones de él para actuar o no actuar.

La cuestión es que hay cuestiones a resolver que las campañas destrozan en su fruición por el tironeo y la búsqueda del voto fácil. Pero, ¿cuándo los discutiremos, si siempre se está en tiempo de proselitismo y ello le baja la seriedad al debate? Allí está la cuestión policial, en donde se «vende» públicamente eficiencia, eficacia y normativa nueva o reformada. Sirve, claro que sí. Pero los uniformados se están quitando la vida, renunciando a sus cargos, renunciando antes de tiempo, evitando ir al psicólogo para que no les quiten su «pala» o herramienta de trabajo, el arma… y quienes más se destacan son removidos para que no les hagan sombra a los que hacen la plancha.

El asunto es mucho más profundo que cualquier videíto de candidato enojado que busca un salariazo, voto popular de por medio. Pero también es más urgente que  muchas de las cuestiones que se lanzan sobre el ring para el sorteo de voluntades en torno a quién ganará y quién perderá el 26 de octubre.

¿Cuándo, entonces, se abordará el problema en su total dimensión, sin buscar dar una respuesta conformista rápida que les haga pasar el chubasco del cuestionamiento en tiempos electorales?

Como esa cuestión hay muchas otras, «en carpeta».

Un «déjenme a mí que lo sé todo» sobrevuela a la gestión pública, aquella que no se llega a buen puerto con superhéroes al frente, sino con vocaciones y capacidades en todo el terreno.

Sin embargo, se impone un halo de «tercerización» de las decisiones en muy pocas manos, consecuencia también de la poca capacidad del resto de la política -la que debiera ser alternativa, por cierto- de sintonizar un diagnóstico real y no oportunista y de proyectar soluciones plausibles y salir de una vez de las fantasías en las que se han sumido por estar tanto tiempo fuera del poder.

Lo bueno se vuelve borroso a los ojos de quien no ve integralidad en las respuestas que da el Estado desde sus conductores. Lo malo acrecienta su dimensión en medio de la campaña permanente en el que nadie -al menos en Mendoza y en Argentina- es capaz de construir sobre lo existente, sino que se vuelve partidario de la demolición permanente.

Por ello sería oportuno un armisticio, un momento en el que todos depongan las armas. Tal vez eso sea posible cortando de cuajo con tanto «eleccionismo» que ya sabemos a quién beneficia y es a una minoría entongada en los cargos, siempre, mientras la sociedad ve llegar el fin de sus días con todo más o menos igual que siempre, salvo algunos decorados o protagonistas locales aislados dentro de tal o cual instancia de decisión, que sí se va animando a hacer que las cosas funcionen.

Seguí leyendo