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Mendoza
jueves, diciembre 4, 2025

¿Quién sueña con el futuro de una Mendoza grande?

Los tiempos de alternancia política dan pie a discusiones que, cada vez, se han vuelto más chiquitas. Hace falta un gran plan para Mendoza.

Una de los déficits de la política en Mendoza es la determinación de qué Mendoza se quiere construir y en qué plazos. Y una de las cuestiones clave para poder hacerlo es saber, primero, en donde estamos parados pero, sobre todo, comprender las dinámicas económico políticas de este tiempo en Argentina y el mundo.

Si alguien lo supiera, Mendoza podría ser una nueva Singapur o Dubai, reinventándose, desconfigurándose de su esclavización ante el porteñocentrismo y, tal vez, generando un nuevo eje para la Argentina toda.

Sin embargo no veremos nada de eso en estas negociaciones políticas en donde los partidos están ocupados en seguir existiendo.

Es un tiempo de cambios rotundos en el mundo, pero también en cuestiones ultradomésticas: triunfó la polarización de todo y, de tal forma, todo se va rompiendo. Se demora demasiado en las reparaciones, en pegar pieza por pieza y eso no deja demasiado espacio para pensar en grande.

No es una acusación que exclusivamente le quepa a la política: le pasa a todo el mundo: familias, empresas clubes.

De allí que lograr imaginar un plan para Mendoza resulte de un nivel de hazaña inconmensurable. Y de tal modo, si aparecieran sus protagonistas y el liderazgo, se sentaría en la historia, probablemente, al nivel de José de San Martín.

Hay una liberación de otras cadenas que encabezar y los muros probablemente sean tan altos como los Andes.

Se trata de desenredarnos de la madeja en la que nos mete la Argentina de que somos y queremos seguir siendo parte, pero que por H o por B no podemos condicionar y mucho menos liderar desde una provincia, ni tampoco se consiguen aliados para hacerlo en otras, porque son momentos de fuerzas centrifugas, expulsoras más que aglutinantes.

Varias veces en su historia Mendoza ha podido repensarse y se han presentado planes a largo plazo. Y eso indica que posiblemente haya un germen que -como si se tratara de una masa madre de los liderazgos- pueda incidir para que ocurra.

Ni siquiera hace falta que nadie deje de lado sus pretensiones personales, sino que vendría bien, en todo caso, que la vocación de poder deje de ser solo una ambición y se apalanque sobre una base más sólida y real.

Pero para ello hay que transformar a «la rosca» política en engranajes aceitados que le den energía y movimiento a cada sector en el tiempo. Es probable que los reacomodamientos de este momento argentino, sus logros y también desbanques, sirvan de aliciente. 

Y ojalá solo haya que contar los sueños para que empiecen a cumplirse.

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