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jueves, diciembre 4, 2025

¿Por qué no hay un «partido sanmartinianista»?

Los partidos políticos argentinos están en medio de un proceso de evolución/involución contundente. Inclusive, las tensiones internas los llevan constantemente a hamacarse electoralmente entre su desaparición y la tergiversación de sus principios fundacionales. Hoy en día hay «partidos políticos» de alquiler: una larga sucesión de marcas, sellos con poco detrás. Unos con otros más otros se montan en «caballos de Troyas» para ver si pueden tomar por asalto el poder y, si lo consiguen, todos los que lucharon juntos se desconocen para montarse en nuevas aventurillas bélicas de menor monta, pero con gran capacidad de daño.

Algunos partidos en el mundo se cuelgan directamente de ideales o de quimeras para marcar cuál debe ser su rumbo y propuesta y, con ello, conseguir adherentes, más allá de las modas o demandas: tienen sus «recetas» para mejorar el estado de las cosas.

Otros, legítimamente son pragmáticos y eso supone que fijan objetivos y pueden adaptar sus líneas de pensamiento fuera del dogmatismo, hacia formas concretas de solución de problemas: se basan centralmente en experiencias propias y exitosas de gestión, que es su valor agregado final y además, palpable.

Hay muchas más posibilidades de descripción y conceptualización, que seguramente expertos podrán enumerar. Pero la idea de esta nota es pensar sobre un tema puntual: ¿tenemos los argentinos un partido basado en lo que podríamos llamar como «el sanmartinianismo»? Y me animo a apurar una respuesta dentro de otra pregunta: ¿Por qué en Argentina no cuajo un «Partido Sanmartinianista» nunca?

Es verdad que a José de San Martín se lo tironeó bastante en los años ’60 y ’70, pero eso estuvo basado principalmente por su perfil militar y en ámbitos militares y paramilitares, con gran debate interno por entonces.

Pero hoy, que es 10 de agosto y se conmemora la designación de José Francisco de San Martín como Gobernador Intendente de Cuyo en 1814 por el director supremo Gervasio Antonio de Posadas.

El «sólo» lo quería como excusa para su plan libertador transcordillerano, pero se quedó en el cargo más tiempo que el previsto, según lo cuenta Juan Marcelo Calabria.

Allí hay un San Martín pragmático, que hace lo que hay que hacer y funda un estilo de acción. Pero también estudiosos de su tiempo, como Beatriz Bragoni, encuentran un germen ideológico y fuertemente político en su gestión.

  • El cargo combinaba funciones de gobierno, justicia, administración y jefatura militar, por supuesto, pero no solo esto último, queda claro.
  • Hoy la Gobernación de Mendoza es conocida como «El Sillón de San Martín», y demoraríamos muchísimo en ver quién reforzó la efectividad en la piel de cada habitante su poder y quién terminó descolándolo, hasta hacerlo tambalear.

Por ello resulta propicia la efeméride, a veces fría y puntual, o casual de mención solamente en forma anual, para volver a pensar en la monumental hazaña que protagonizó aquel Gobernador, para lo cual antes levantó la moral y el espíritu de la población, generó los recursos necesarios para hacerlo, aun ante la mirada de reojo y desconfiada del Puerto de Buenos Aires y, además – nada menos- desarrolló la economía de Mendoza y estableció normas de urbanismo.

¿Por qué no hay hoy un sanmartinianismo práctico y quién lo levante como bandera? Es cierto que a los periodistas nos toca buscarles respuestas a las preguntas pero, en este caso, la respuesta queda pendiente para que nos la hagamos todos.

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