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jueves, diciembre 4, 2025

“Nos quedamos huérfanos de líderes”: Pablo Avelluto y una mirada honesta sobre la política argentina

En tiempos de extrema polarización, fragmentación partidaria y liderazgos tambaleantes, el exministro de Cultura de la Nación Pablo Avelluto ofrece una lectura lúcida y profunda sobre el estado actual de la política argentina. Lejos de los slogans, su análisis invita al diálogo, al encuentro con el otro y a una reconstrucción ética de la vida democrática.

“La irrupción de Javier Milei astilló el sistema político como un blindex que recibe una pedrada”, afirma sin rodeos. Según Avelluto, ya no quedan partidos sólidos ni líderes indiscutidos: apenas “pedacitos” de peronismo, radicalismo, macrismo o izquierda. Pero en lugar de una mirada nostálgica o fatalista, propone ver en esta disolución una oportunidad: “Ya no pueden dar cuenta del presente. Eso nos permite pensar en nuevas configuraciones”.

Personas antes que partidos

Avelluto propone un cambio de paradigma: dejar de hablar de estructuras y volver a las personas. “Me interesan más los kirchneristas que el kirchnerismo, los peronistas más que el peronismo”, señala. Y enfatiza que la polarización y los prejuicios han fracturado no sólo a la política, sino también a la sociedad. “La única salida posible es volver a conversar, volver a pensar juntos”.

Incluso desde su historia personal, donde admite haber sido parte de la grieta, hoy rescata el valor de las pequeñas reconciliaciones cotidianas: “El otro no es 100% malo. En algún momento hay que empezar a reconocer que en las ideas del otro puede haber algo valioso”.

Una de las críticas más duras que lanza Avelluto no apunta a un partido en particular, sino a la degradación general del discurso político: “La política se fue deshilachando, se volvió monótona, cargada de palabras que no quieren decir nada. Hoy muchos políticos hablan de federalismo o instituciones como si fueran frases de marketing”.

En contraposición a un clima dominado por el insulto, el enojo y la lógica de redes sociales, propone tres ingredientes ausentes en la política actual: convicción, audacia e idealismo. “Lo opuesto a Milei no es el kirchnerismo. Es la moderación, el pluralismo, la solidaridad”.

“Nos habíamos acostumbrado a dar por sentada la democracia, pero ya no está tan segura”, alerta. Avelluto recuerda con emoción los valores del pacto democrático de 1983, y advierte que sólo recuperando el espíritu de ese acuerdo será posible construir una sociedad más justa y equilibrada. “Estamos condenados a convivir con quienes no piensan como nosotros. Esa es la base de la democracia”.

Más que esperar soluciones desde las cúpulas partidarias, propone mirar hacia el costado: “Las marchas recientes en defensa de la universidad pública o frente a discursos violentos nos reunieron con personas que hace años hubiéramos enfrentado. Ahí hay un punto de partida”.

Lejos de caer en el cinismo o en la nostalgia, Pablo Avelluto se planta con firmeza en sus convicciones, aún sabiendo que pueden sonar ingenuas: “Creo en una utopía donde podamos ayudarnos entre todos. No voy a cambiar en lo que creo”.

Y en tiempos donde la política se ha vuelto un campo de batalla, escuchar voces como la suya —que eligen tender puentes y no trincheras— se vuelve no solo necesario, sino urgente.

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