26.7 C
Mendoza
jueves, diciembre 4, 2025

Milei se monta en la rueda del poder

El poder funciona como una rueda en donde a veces se está en la cumbre y otras, abajo, con todo el peso por encima. Lo está viviendo Cristina Fernandez de Kirchner, aquella que creyó que el 54% de los votos le servirían para siempre, con lo que su militancia intentó movilizar una reforma de la Constitución y hasta la eliminación del Poder Judicial para transformarlo en una mera oficina de la Casa Rosada, como proponía en su exaltación desde la cima del poder el acólito escritor Mempo Giardinelli.

Lo vivió Alberto Fernández, que ni siquiera pudo manejar su matrimonio ni aspirar a una reelección, eso que -como un vaso de agua- no se le niega a nadie. Todo ello, después de ostentar cifras récord de popularidad en medio del pánico soviético de la cuarentena, que lo tenía como dueño de las libertades ajenas y abusador de las propias.

Le toca ahora a Javier Milei que empezó, puede decirse, como una rueda floja, que recién ahora comienza a acomodarse.

Sin embargo, hay que distinguir que, más allá de lo que ocurra en la economía o en la gestión del Estado (cosa esta última en la que se nota su afán anarquista, ya que carece de grandes ejecutores), en lo político está dando un giro importante hacia la cima del poder.

De hecho, tendrá en el nuevo Congreso, en ambas Cámaras, más legisladores de los que la gente le otorgó.

Como sea, Milei está logrando quitarle al peronismo su histórica influencia en el Senado, que lo llevó a manejar los resortes más permanentes del Estado, como por ejemplo, la designación de magistrados, desde 1983 hasta ahora, sin solución de continuidad.

En Diputados, el oficialismo está sumando de a puñados, gracias a la desconfiguración que ofrece un Mauricio Macri que se transformado en el jarrón chino que, por su valor tienen que estar, pero que nadie sabe dónde ponerlo.

En su entorno, la gente que lo quiso y mucho, que lo defendió de las acusaciones de tibieza, lentitud y hasta de escasa dedicación al trabajo, se le acusa de «parecerse cada vez más a su padre». Eso puede ser interpretado de diferentes maneras, pero le resta -sin dudas- peso propio y lo acumula al montón: uno más, en todo caso. Cada quien sabrá en qué se basa esa analogía, pero muchos lo interpretan como un ludópata del poder que se va quedando solo.

Hay que mirar con atención el pase de macristas a La Libertad Avanza (LLA). No todos son lo mismo. Una cosa es que salten el cerco los que estuvieron bajo el ala de Patricia Bullrich, la excandidata presidencial de Juntos por el Cambio (¿alguien lo recordaba?) y otra es que lo haga gente como, por ejemplo, Alejandro Bongiovanni.

Milei y Bongiovanni, en primer plano.
Milei y Bongiovanni, en primer plano.

El rosarino era parte de «la banda de los leales» a Macri, pero en ese grupo ya no daba pie con bola el hecho de compartir espacio con, por ejemplo, María Eugenia Vidal, que se planta en las antípodas de Milei constantemente.

Bongiovanni no es solo un diputado, sino que representa a todo un «lobby», la Fundación Libertad, el punto focal del liberalismo en la Argentina que, durante el gobierno de Macri, lo respaldo a ciegas, le sirvió de think tank, lo acompaño y ayudó en la intención de sumar a los sectores afines que el entonces presidente no lograba adherir a su gestión.

Más liberal, no se consigue. Alineados con la familia Vargas Llosa, también han soltado críticas al mileísmo en determinados momentos, pero hoy se suman animadamente dejando una estela detrás digna de ser observadas, porque no se trata solo de «un legislador más» a la hora del poroteo.

La decisión de gobernadores el Partido Justicialista de jugar solos o en bloque, es otro de los nuevos caminos. Allí no hay convicciones sino conveniencias, pero de todos modos, sirve para dar cuenta de la vuelta de la rueda del poder. El caso del santiagueño Gerardo Zamora, otrora bufón del kirchnerismo, ahora se planta en el Senado con bloque propio. Y ni qué decir de los que corrieron a abrazar al Presidente tras el contundente e inesperado resultado electoral.

Podrá decirse que la Argentina es un hueso duro de roer, que el gobierno mileísta no está cambiando todo tan rápido como se esperaba, que el peronismo feudal está intacto y lucha por seguir así, pero hay un dato imposible de ignorar: se aceitó la rueda del poder y, si no lo hizo el mileísmo por mérito propio, sí lo consiguió el voto popular, una masa anárquica y anónima, que no se encasilla ni siquiera con el partido gobernante, y que ordenó el estado de cosas justo cuando todos los poderes fácticos hablaban de un «inminente reemplazo» en la Casa Rosada. ¿O nadie se acuerda ya de lo que se decía hace tan solo poco más de un mes?

Seguí leyendo