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jueves, diciembre 4, 2025

Milei, el presidente que se oposiciona a sí mismo

Lo anticipamos la semana pasada: Javier Milei está generando su propia oposición. Al exagerar en sus formas y gestos, el presidente se ha convertido en su peor enemigo. Durante meses, se argumentó que su estilo disruptivo no importaba porque estaba desregulando la economía, eliminando privilegios y bajando la inflación. Sin embargo, hoy está quedando claro que las formas sí son importantes.

El problema principal es que nadie le saca el teléfono de la mano. Nadie frena sus impulsos. Y esto no sería un problema si solo afectara su imagen personal, pero cuando impacta en la gestión y en el país, la cuestión se vuelve más grave.

El problema de la infalibilidad

Milei actúa como si fuera infalible, pero la infalibilidad es un privilegio reservado a los emperadores, al Papa en el dogma católico o incluso al rey de Inglaterra, que goza de inmunidad legal. Milei no es emperador, no es rey y mucho menos sumo pontífice. Es el presidente de una república que costó años consolidar y que, en su momento, estuvo en riesgo de chavización. Recuperamos la república, pero ahora el presidente se comporta como si estuviera por encima de ella.

El escándalo del token LIBRE es un ejemplo claro. Milei no fue el responsable directo de la estafa, pero la avaló y la promocionó, generando un daño político que él mismo tuvo que intentar reparar de madrugada con un mensaje en redes. Y esto le dio aire a los mismos dirigentes que la gente ya había rechazado en las urnas.

Resucitando a los políticos muertos

El gobierno de Milei ha logrado lo impensado: resucitar a Cristina Kirchner y a otros políticos que parecían sepultados. La imprudencia presidencial les da la oportunidad de reaparecer y criticarlo con total legitimidad. Es como si él mismo les dejara la pelota servida para que pateen al arco vacío.

Lo mismo ocurre con Alberto Fernández, que se convirtió en una especie de vedette nocturna en redes sociales. ¿Cómo se explica esto? Simple: cuando Milei se enreda en peleas virtuales a la 1 de la madrugada, genera el contexto perfecto para que sus adversarios reaparezcan.

El desgaste innecesario

Argentina necesita reformas profundas. Para eso se votó a Milei. Sin embargo, en lugar de concentrarse en gobernar, desperdicia energía en redes sociales, en su liderazgo mundial imaginario y en cruzadas ideológicas innecesarias.

Si un ministro comete un error, Milei no duda en pedirle la renuncia. Lo hizo con Diana Mondino por una controversia menor y lo ha hecho con otros funcionarios. Entonces, ¿qué debería hacer él mismo después de un error monumental?

El presidente debe entender que tiene límites. Que no es infalible. Y que, si sigue desgastándose en polémicas estériles, lo que viene después de él podría ser volver al pasado.

Es momento de que Milei se enfoque en gobernar. Que deje las redes sociales de lado. Que deje de jugar a ser líder global. Que entienda que los argentinos no lo votaron para que se pelee en Twitter, sino para que transforme el país.

La entrada Milei, el presidente que se oposiciona a sí mismo se publicó primero en Gabriel Conte.

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