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jueves, diciembre 4, 2025

Mendoza y su matriz productiva: ¿diversificar o resistir?

Tomemos unos minutos para reflexionar. No se trata de dar una opinión, sino de conectar datos y que cada uno elabore la suya. La economía de Mendoza no puede depender de una sola actividad. Por suerte, está bastante diversificada. Cuando hablamos de ampliar la matriz productiva, no significa reducirla a una única industria, como la vitivinicultura. Si dependiéramos solo del vino, estaríamos en crisis, porque hoy la vitivinicultura enfrenta problemas globales y, además, no es la industria que más dinero genera. Otros sectores, como los servicios y el petróleo, tienen un peso importante. Sin embargo, el petróleo es un recurso finito, por lo que ampliar la matriz productiva implica incorporar nuevas actividades complementarias y alternativas.

Ayer, una fuerte tormenta de granizo destruyó la cosecha de varios productores de uva, justo en plena recolección. La situación es dolorosa. En medio de la angustia, es difícil reflexionar porque la pérdida lo abarca todo. Un productor y dirigente del sector, Luis Cañas, expresó su indignación en el programa Clima de Radio, pidiendo suspender la Fiesta de la Vendimia y anunciando un corte en el Nudo Vial de Costanera en protesta.

El problema es real, pero hay que decir algo políticamente incorrecto: Mendoza convive con el granizo desde siempre. Si un productor ha perdido todo durante diez años consecutivos por el granizo, tal vez las condiciones climáticas no sean adecuadas para seguir plantando lo mismo. Más aún con el clima cada vez más impredecible.

Muchos productores vitivinícolas están enojados porque el granizo arruinó su cosecha, porque los bichos dañaron las uvas o porque el fruto no madura a tiempo. Pero esto no es un problema de toda Mendoza, sino de quienes dependen exclusivamente de esta actividad. Mendoza tiene múltiples sectores económicos, cada uno con sus propios desafíos. Entonces, ¿por qué resistirse a la diversificación?

Por otro lado, algunos productores vitivinícolas han decidido sumarse a una marcha antiminera contra el proyecto San Jorge en Uspallata. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Nada. La vitivinicultura necesita alternativas y redes de contención. Hubo épocas en las que Mendoza tenía trigales y molinos, hasta que el clima cambió y se optó por las viñas. Si el clima sigue cambiando, ¿no habrá que adaptarse nuevamente?

Esto no es un ataque contra nadie, sino un llamado a abrirse a otras oportunidades. La minería, por ejemplo, paga buenos salarios y Mendoza tiene recursos minerales bajo sus tierras. Si se hace de manera controlada, no consume más agua que una hectárea de viñedos, sobre todo considerando que todavía hay riego a manto que derrocha un agua prácticamente gratuita. La Constitución provincial establece que el agua es inherente a la tierra, lo que genera un uso poco eficiente del recurso.

Puede que haya detalles debatibles en esta visión, pero lo importante es no cerrarse. No le fue mal solo a un grupo de productores; hay que ayudarlos, como siempre se ha hecho. Pero también hay que entender que el granizo no es un problema nuevo y que la lucha antigranizo no lo ha eliminado, aunque en algunos casos pudo mitigar sus efectos.

Bloquear otras actividades económicas también puede perjudicar a los propios vitivinicultores. Allí podrían trabajar sus hijos y nietos. No tiene sentido sumarse a una marcha sin saber siquiera por qué se va, ni negarse a una actividad que puede traerle recursos y empleo a Mendoza. En Chile, la minería y la vitivinicultura conviven sin problemas.

No escupamos para arriba. No le cerremos el camino al vecino. Mendoza necesita todas las alternativas posibles. Estamos orgullosos de nuestros viñateros y lamentamos el bajo precio de la uva, que es mucho menor al estimado por el INTA. Pero no vamos a salir adelante arruinando otras actividades. Como dice el Puma Rodríguez: Darse la mano y meterle para adelante, todos juntos.

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