Hoy es un día especial. Uno de esos en los que no hace falta decir demasiado, pero sí recordar, reflexionar y hablar. Hace unos minutos, conversamos con Daniel Celis, un excombatiente de Malvinas, y su testimonio fue tan crudo como necesario. Lo pueden volver a escuchar y leer en Memo.com.ar.
Nos contó su historia. Nos llevó al día anterior a la guerra, cuando aún era un joven de 18 o 19 años con sueños, con un futuro. Estudiaba comunicaciones en la Armada, pensaba en un porvenir en tiempos de paz. Pero de repente, lo subieron a un micro, lo llevaron a una base y, de ahí, a la Isla Gran Malvina en helicóptero. Y así, como él, cientos de pibes fueron arrancados de su vida cotidiana para ser lanzados a una guerra para la que Argentina no estaba preparada.
Muchos no volvieron. Y de los que sí regresaron, demasiados lo hicieron con heridas imborrables, no solo físicas, sino del alma. Algunos, como Daniel, tuvieron que soportar el silencio forzado, la reclusión en hospitales donde los querían callar. Porque la dictadura no solo los mandó a morir: también les robó la voz cuando volvieron. Su padre, que era civil en la Armada, lo rescató de esa reclusión. Pero, ¿cuántos quedaron en el camino?
La guerra fue una tragedia personal para cada uno de los que la vivieron. Pero, sobre todo, fue una atrocidad política. Una maniobra desesperada de un gobierno que se desmoronaba, que intentó ocultar sus crímenes detrás de una bandera que no les pertenecía. Porque el patriotismo de verdad no es mandar pibes al matadero: el verdadero patriotismo fue el de esos soldados que, con hambre, con frío, con miedo, hicieron lo imposible. Técnicos mendocinos que arreglaron aviones que no debían volar, soldados que usaron misiles sin mecanismos adecuados, jóvenes que dieron la vida porque les hicieron creer que tenían que hacerlo.
Nos engañaron. Nos vendieron una épica para tapar el desastre. Y, aún así, los combatientes hicieron historia. No los militares, no la dictadura. Fueron los jóvenes soldados los que llevaron adelante la verdadera gesta.
Por eso, 43 años después, la memoria no puede ser solo un acto de protocolo. Malvinas tiene que estar en nuestras casas, en nuestras conversaciones, en lo que les contamos a nuestros hijos. No dejemos que TikTok o cualquier red social les cuente lo que pasó: hablemos nosotros. Construyamos memoria desde la verdad y no desde el relato.
Hoy es un día importante para la Argentina. No lo vivamos como un feriado más. Hagamos algo con él. Saquemos la bandera, conversemos, preguntemos, participemos. Porque lo que pasó en Malvinas no lo decide un gobierno, no lo define una efeméride: lo mantenemos vivo nosotros, con nuestra palabra y con nuestra memoria.
La entrada Malvinas, entre el heroísmo y el engaño se publicó primero en Gabriel Conte.

