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jueves, diciembre 4, 2025

Mis minutitos en "Tenés que Saberlo" por Radio Post

Los perdedores no se dan por notificados

Me tomo unos minutitos para reflexionar sobre algún tema, y en este caso me pareció piola hacerlo después de ver un montón de reacciones que muestran que, como sociedad, nos importan un rábano las reglas de juego.

Hay una falta de referencias —de eso hemos hablado muchas veces en el programa—: no sabemos bien qué está bien y qué está mal. Entonces, todo está bien o todo está mal; todo es cuestión de fe. Hay muy poca ciencia, muy poca verificación de las cosas. Depende del humor con el que uno se levanta, de las ganas que tiene.

Parece que no hubiera personas que sepan más que otras. Como si todos fuéramos iguales de buenos y, por lo tanto, cualquiera puede opinar de lo que escribe un Nobel, por ejemplo, sin tener en cuenta que ese Nobel lo ganó por algo, por un montón de referencias y de condicionamientos.

En torno a eso quería referirme también a las elecciones de la semana pasada —parece que hubiera pasado más tiempo— y a otras cuestiones relacionadas.

Fíjense lo que les voy a decir: los derrotados no se dan por notificados.
El día después de que uno gana y otros pierden —porque fueron muchos, ya que uno solo gana—, los que perdieron dicen:

Mmm, pero no sé si tanto… ojo, habrá que ver, no sé cómo viene el gobierno, no le va a ir bien si no hace tal cosa…

Pero esperen un poquito: esto no se trata de un campeonato con partidos puntuales. Ya está. La final fue el domingo pasado, y por lo tanto uno ganó y los demás perdieron.

Los que perdieron son los que tienen que darse cuenta de por qué perdieron, por qué la gente los sacó del juego, por qué los descartó. En este caso no fue el azar ni la técnica, como en un partido de fútbol: fue el voto. La gente decidió no votarlos.

Por lo tanto, se quedaron afuera o con menos cuota de representatividad. Fue la gente la que, con su voto —uno por persona—, los dejó afuera y le dio el triunfo a otro.

Entonces, ¿por qué ahora los perdedores tienen más espacio para decir que todo se verá de nuevo?
Si el triunfo del gobierno ordenó todo, ¿por qué los ponen a opinar a todos los perdedores frente al ganador? Uno contra veinte.

Seguimos igual que el día anterior a las elecciones, pensando que acá no pasó nada.
No: se eligió, uno ganó, y tiene que tomar decisiones. Lo evaluaremos dentro de dos años.

Los demás perdieron. Todos. Son ellos los que tienen que reflexionar:

  • ¿Por qué perdieron?
  • ¿Por qué la gente no los quiere?
  • ¿Por qué los votó menos o no los votó?
  • ¿Por qué los sacó de la Cámara?

¿Saben cuánta gente pensaba que iba a ser legislador y no entró? Muchísima.
Y son los que andan dando vueltas por ahí diciendo:

“Ojo que si Milei pone a este o hace aquello…”

Y encima les dan micrófono en muchos medios, o salen por las redes y la gente les pone “me gusta”. Porque, insisto: el perdedor no se da por notificado de que perdió.

Miren, pasa algo parecido con la minería.
Se hizo un estudio de impacto ambiental con 100 técnicos capacitados —nadie ha cuestionado su capacidad—. No es una cuestión de fe, es una cuestión técnica que se evalúa con indicadores.

La empresa de cobre mendocino, San Jorge de Uspallata, tuvo la declaración de impacto ambiental positiva.
Y es un error que eso vaya a la Legislatura, porque sería como mandar un fallo de la Corte o una receta de un médico para que los legisladores opinen. No tienen la menor idea. Van a actuar políticamente, harán lo que su jefe político les diga.

Sí, la ley lo exige, y hay que cumplirla. En eso estamos todos de acuerdo.
Pero no por eso puede venir una persona, o diez, frente a cien técnicos, a decir:

Yo disiento, y por lo tanto hay dos campanas.

No, señores: la campana dejó de sonar cuando hubo un dictamen.

La campana estuvo sonando durante muchos años en Mendoza: escuchábamos una, luego la otra, así todo el tiempo, hasta que dejó de sonar porque ya se convocó al evento al que llamaba —la audiencia pública—.

No se puede negar lo real, no se puede tapar el sol con las manos.
Nadie puede reclamar que se escuche “la otra campana” cuando el campanario ya no está, porque el dictamen está.

Lo que viene ahora es una instancia política trucha que alguien metió en una ley porque tenía más miedo que liderazgo.
Cuando hicieron la ley 7722, le tenían miedo a una manifestación de gritones.

Entonces, ahora que ya están las cosas como están, hay que hablar del que ganó y observar al que ganó.
Hay que darle la chance de que actúe.

¿Y los demás?
Los que perdieron tienen que controlar calladitos la boca, replantearse su existencia, tal vez retirarse de la actividad porque la gente no los quiere.
O, al menos, replantearla de una manera tal que vuelvan a significar una opción real para la población.

Nada se hace de prepo.
Y lo que se hace de prepo, fracasa.
Ya lo han visto: fracasaron los que hicieron todo de prepo.

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