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jueves, diciembre 4, 2025

Los gerentes de la pobreza desaparecieron… ¿y ahora qué?

Ayer tiré una pregunta al pasar y la reitero: ¿Dónde están los gerentes de la pobreza?

Esta pregunta tiene muchas lecturas posibles. Si nos detenemos a pensar un momento, recordaremos que hace poco más de un año Mendoza vivía manifestaciones masivas. No podíamos circular con normalidad porque el Partido Obrero y otras agrupaciones piqueteras organizaban marchas de más de 10.000 personas. Nos ha tocado estar rodeados por ellas en un café, en una reunión de producción, y hemos visto cómo estaban muy bien organizadas, tanto por los manifestantes como por la seguridad.

Pero, a la hora de las elecciones, el Partido Obrero sacó apenas 2.000 votos. ¿Les sirvió? No en términos electorales, pero sí en términos de un sistema de financiamiento que durante décadas sostuvo a estos movimientos. Era una industria.

Y no hablemos solo del kirchnerismo. También el gobierno de Mauricio Macri, a través de Carolina Stanley, aumentó la cantidad de recursos destinados a los movimientos piqueteros. ¿Por qué? ¿Por miedo? ¿Por extorsión? ¿Por inoperancia? ¿Por falta de ideas? Puede haber sido por todo eso junto.

Lo cierto es que, durante 20 años, se volcaron sumas incalculables para atender la pobreza, pero los pobres no desaparecieron: aumentaron.

¿Quién se benefició?

Si el objetivo de estos fondos era sacar a la gente de la pobreza, el resultado fue el contrario. Los únicos que prosperaron fueron los intermediarios, los llamados «gerentes de la pobreza».

Ahora, con el gobierno de Milei, ese esquema se derrumbó. Ya no hay marchas multitudinarias, no hay cortes masivos de calles. Anteayer, además, se conocieron los fundamentos para la elevación a juicio de Eduardo Belliboni, líder del Polo Obrero. Se comprobó que utilizaba el dinero no para comprarse un auto, sino para financiar su partido político. Ahora la Justicia deberá determinar si esto fue un delito.

El problema sigue existiendo

Sin embargo, la desaparición de los gerentes de la pobreza no significa que la pobreza haya desaparecido.

Imaginen una persona que cae en un pozo. Busca ayuda para salir. Le tiran una cuerda, pero el que está arriba se guarda la mitad. Entonces, no puede alcanzar la soga.

Así de simple: se robaron la plata que era para los pobres.

Por eso hoy la gran pregunta es: ¿quién defiende ahora a los más necesitados?

Porque no alcanza con haber eliminado a los intermediarios. Ahora hace falta que alguien trabaje de verdad para sacar a la gente de la pobreza. Sin corrupción, sin clientelismo, sin usar a los más vulnerables como rehenes electorales.

Si este cambio es genuino o si solo confirma que todo era un «choreo» para mantener el mismo juego político de siempre, lo sabremos con el tiempo. Pero si realmente queremos que Argentina cambie, el objetivo debe ser uno solo: que haya menos pobres.

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