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jueves, diciembre 4, 2025

Las disyuntivas de Milei después de la elección bonaerense

El lunes posterior a las elecciones en la provincia de Buenos Aires dejó un panorama político cargado de señales. Axel Kicillof obtuvo un triunfo contundente, doblemente significativo: por un lado, se impuso internamente a Cristina Fernández de Kirchner, quien no quería el desdoblamiento electoral; por otro, venció también al gobierno nacional, que había apostado a nacionalizar la contienda colocando al presidente en primer plano.

La estrategia de Kicillof funcionó. El desdoblamiento le permitió arrasar en toda la provincia y dejar al oficialismo nacional en una posición incómoda, similar a lo ocurrido en Corrientes, donde también se perdió capital político por exceso de confianza. La fanfarronería discursiva y actitudinal —imponiéndose en negociaciones de candidaturas o alianzas provinciales— terminó pasándoles factura: el electorado respondió con un rechazo claro. En definitiva, hubo una sanción al armado político del gobierno nacional.

En este contexto, Javier Milei sorprendió con un discurso medido tras la derrota. Podría haber reaccionado con frases altisonantes o con un portazo, pero eligió la discreción. Le habló a la gente, aunque sobre todo a los mercados, con el objetivo de evitar un lunes de sobresaltos financieros.

El libertario reconoció errores en el terreno político-electoral, pero ratificó su rumbo económico. Estuvo acompañado por su hermana Karina y por Martín Menem, señalados por diversos sectores como responsables de la estrategia fallida. Incluso dirigentes internos, como la vicegobernadora de Mendoza, Eve Casado, señalaron que Karina Milei “está mal rodeada” por el círculo menemista.

Lo que más inquieta hoy a los mercados no es la economía en sí, sino la inestabilidad política que repercute directamente en el dólar, los precios y, finalmente, en la inflación. Allí se juega el futuro inmediato: ¿seguirá Milei con su plan de cambio de régimen económico y logrará que el Congreso lo acompañe, o deberá modificar el rumbo?

La elección dejó expuesta una disyuntiva central. El gobierno puede optar por ratificar su dogmatismo económico o retroceder hacia un pragmatismo que le permita recuperar votos en octubre, incluso apelando a medidas de corte populista, como un eventual “plan platita”.

Todo gira alrededor de un objetivo: conseguir legisladores nacionales leales. No alcanza con apoyos circunstanciales o individuales. Se necesita un bloque sólido, convencido, sin fisuras. La política se reduce a un esquema binario: o se apoya al gobierno o se lo frena.

La pregunta de fondo es si, como afirma el peronismo, la elección significó un freno a Milei. De ser así, y si el oficialismo no logra consolidar mayoría en el Congreso, lo que se avecina es un escenario de inestabilidad económica profunda, con consecuencias que impactarán en todos los sectores.

El resultado bonaerense no solo tuvo impacto en el oficialismo nacional y en Milei, sino también en el peronismo. El triunfo de Kicillof sobre Cristina le dio nuevos ánimos a un movimiento que hasta ahora parecía limitado a “frenar a Milei” como única estrategia.

La gran incógnita es qué proyecto impulsará el peronismo de aquí en adelante. ¿El de Massa? ¿El de Cristina? ¿Un regreso de Alberto Fernández? ¿O la aparición de un nuevo liderazgo capaz de reordenar la fuerza?

Las elecciones bonaerenses dejaron muchas más preguntas que respuestas. El mapa político argentino sigue abierto y el desenlace dependerá de cómo se reconfiguren alianzas, estrategias y proyectos de poder de cara a octubre.

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