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jueves, diciembre 4, 2025

La gente busca gobiernos más prácticos que ideologistas

Cada vez con más fuerza los que sostienen ideologías a la hora de votar se asemejan a miembros de sectas: creen firmemente en las recetas que han asumido como infalibles, aun cuando sus líderes han ganado y gobernado y también fracasado en la aplicación de esos dogmas.

Algunos de los grandes referentes están dando cuenta de ello, ante la contundencia de la evidencia: no sirve cerrarse en una sola idea sobre cómo solucionar o cambiar el estado de cosas, sino que más bien se vuelve una cuestión actitudinal. Esta nueva mirada se centra en hacia quiénes mira el gobernante y la practicidad que aplica para mejorar la realidad.

Para no abundar en el ríspido tema argentino, digamos que en Bolivia cambió el color de un sistema inclinado a una izquierda rara, asociada a Irán, que soportaba a Venezuela y ganó una derecha moderada, con referentes que no siempre fueron de derecha.

En Chile el presidente Gabriel Boric, comunista, repudió al chavismo y si bien se niega a saludar con respeto a Javier Milei, fue a la asunción del boliviano Rodrigo Paz, aun con varias cosas que cuestionarle a ese país y a este gobierno. Y Chile girará también a la derecha tras esta experiencia.

Fue el excandidato presidencial mexicano, exalcalde de México y además, gran líder de la izquierda democrática en América Latina, Cuauhtémoc Cárdenas, quien en una entrevista reveladora que le hicimos en el recordado programa «Tormenta de ideas» teorizó, después de su largo camino recorrido, en torno a la necesidad de gobiernos prácticos. «A mí no me gusta mucho hablar de geometrías, ni de izquierdas ni de derechas, sino de hablar de los contenidos», dijo.

Otra sorpresiva y reveladora renuncia al dogmatismo provino del creador de la filosofía del «Socialismo del Siglo XXI» que llevó adelante Hugo Chávez. Cuando entrevistamos al alemán Heinz Dieterich Steffan dijo estar arrepentido de su creación y de su «criatura», aun hoy intentando justificar su existencia, a pesar del fracaso rotundo que demuestra.

«No existe ninguna izquierda. La única izquierda que yo veo en el mundo es una fracción del Partido Comunista de China. Ni siquiera el Partido Comunista, sino una fracción que es la que quiere una sociedad cualitativamente diferente. A nivel mundial no veo ninguna izquierda. Solo hay una izquierda tradicional que está clavada en el Siglo XIX, repitiendo los salmos de los montes tibetanos o los sermones estúpidos de los católicos del pasado, de hace dos mil años. No han aprendido nada nuevo», analizó.

Y lanzó una teoría que todavía no se debate, en torno al origen de la porfía en los dogmas sectarios: «Las burocracias doradas que controlan las universidades públicas no sirven para un carajo».

Tal vez sea ese el mejor ámbito para dejar de leer libros mediados y volver a los textos originales de todas las doctrinas, con pluralismo, y empezar a debatir sin corsets. Caso contrario, seguirán perdiendo su peso en la sociedad ante la total falibilidad de sus deseos vueltos teoría.

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