Bueno, vamos a reflexionar algunas cositas que pasan en Mendoza.
Esta mañana hablábamos de las declaraciones de Cornejo. Realmente muy claras en torno a si se une o no con La Libertad Avanza. Él sostiene que no hace ni siquiera falta, pero si quieren, está esperándolos. Recién en julio empiezan a ordenar esto, por lo tanto, el apuro lo tiene no sé quién.
Él dice:
«Estamos demostrando que nosotros sí tenemos actualmente legisladores nacionales que apoyan al gobierno nacional cuando hay que apoyarlo»,
y también marcó diferencias.
Por lo tanto, claro, lo que no dice Cornejo es que no vayan a aparecer Lourdes Arrietas, ¿no?, en las listas, como apareció la otra vez. Con tal de ir detrás de Milei, se cuelgan detrás de su buena imagen, que Mendoza la tiene, más allá de toda la gente que está en contra de lo que hace el presidente, y meten a cualquiera en el Congreso que después no sabemos para qué sirve. Y después tampoco renuncian, como tendría que haber hecho Lourdes Arrieta cuando se le rompió la brújula y no sabe hacia dónde va.
No quería decir esto.
Quería hablar de la gente que entra y sale de la política, que es un tema recurrente en nuestras conversaciones con la audiencia.
¿Es bueno entrar a la política?
Es bueno entrar a la política. Lo repito: entrar y servir, no servirse. Servir, ser útil, llevar nuestras ideas al Estado, al servicio público, ocupar un cargo, hacerse votar, que la gente te vote.
Si no te vota, bueno, es porque realmente no te vio. Pero hacerse ver y solucionar problemas es muy bueno.
Entrar a la política es bueno, pero también es muy bueno saber salir.
¿Y por qué digo esto?
Porque se está dando que muchos funcionarios están de salida. Le ha pasado mucho a la Ciudad de Mendoza, que se le han ido funcionarios importantes: secretarios de Gobierno, secretarios de Planificación, gente del área económica. Bueno, ahora se acaba de ir el subsecretario o secretario de Cultura, que es Roberto Ríos, a la actividad privada.
Pasó en Maipú: una concejal, Florencia Décima, muy reconocida dentro del peronismo —especialmente del kirchnerismo— también renunció a la banca, cuando le quedaban dos años todavía para ejercer. Por lo tanto, entró un suplente.
¿Qué quiero decir con esto?
La política es buena y es mala.
Es buena si vos te metés y hacés cosas, y servís desde adentro con todas tus ideas.
Y también es buena cuando el que está dentro sabe el momento en que tiene que salir y probarse en el ambiente privado también, ¿no?
La cuestión, ¿cuál es?
Mucha gente, mientras está en un cargo, acaba de asumir y ya está pensando en el siguiente. En el otro, en el otro, en el otro. Y se va quedando. No tiene idea. Le da pánico pensar que se le va a acabar un mandato o que lo puedan echar.
Pero el asunto es funcionar.
El asunto es funcionar.
Si funcionás, y la gente te ve que funcionás bien, te va a votar, te va a acompañar, te va a incentivar para que continúes en la tarea.
Pero si realmente te desconocen, te escondés, no das información, no ejercés el cargo, estás simplemente cubriendo una silla y esperando a que un jefe te diga lo que tenés que hacer… bueno, replanteate si estás haciendo servicio público o nos estás sacando la guita del bolsillo a nosotros, al cohete. Porque la verdad es que eso pasa en muchos casos.
Entrar y salir de la política.
Les conté dos casos recientes de funcionarios que se han ido de la gestión pública a la actividad privada.
Y que entre gente de la actividad privada a la función pública, que haya un ida y vuelta, que se sepa lo que es trabajar a nivel privado —aunque sea como monotributista, teniendo un negocio—. No digo ser jefe, emprendedor, todo lo que por ahí uno se imagina. Pero poder saber lo que es trabajar fuera del Estado es algo de lo que Mendoza se ha vanagloriado durante toda su historia.
No nutrirse solamente de empleo estatal, sino también tener una buena cantidad de empleo registrado a nivel privado, ¿no?
Bueno, quería decir esto.
Es una reflexión, simplemente.
Ni siquiera hay una opinión grande de fondo ni una crítica a nadie, sino decir que se ve en Mendoza gente que entra y sale de la política.
Puede haber un lado negativo de esto, y qué sé yo, algunos me plantean:
«No saben retener a los funcionarios y se les van.»
Bueno, qué sé yo, es una consideración que se puede hacer o no. Lo sabrán los que están más cerca de la gestión.
Hay áreas del gobierno que funcionan casi por inercia, en donde si vos sacás a los jefes, funciona igual, porque los empleados saben lo que tienen que hacer.
Otra cosa es transformar, ¿no?
Cuando llegás para transformar, para pegar un volantazo, para hacer un cambio de rumbo, la gente lo va a notar. Es decir, en Mendoza hemos tenido también momentos de la historia —en los gobiernos, y lo digo a nivel municipal y a nivel provincial— en donde el vecino, el ciudadano, el votante ha visto que se ha pegado un volantazo y se ha transformado.
Ustedes lo recordarán.
Si quieren, cuéntenmelo. Yo no lo quiero decir.
Pero ha habido, de todos los partidos políticos en Mendoza, gente que ha transformado, que ha sabido estar en la función pública para que cambie el estado de cosas, y gente que ha sabido irse de la función pública a lo privado y después volver.
¿Por qué no?
¿Por qué no?
¿Por qué no volver al servicio público si tenés ganas y pensás que tenés algo para aportar?
La entrada Entrar y salir de la política: una reflexión desde Mendoza se publicó primero en Gabriel Conte.

