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jueves, diciembre 4, 2025

El pistacho toma altura en Mendoza: auge, producción y una pionera que apostó antes que todos

Mercedes Díaz, directora del proyecto Pistachos de Altura, habló con Radio Post sobre el crecimiento del cultivo en la provincia, sus ventajas productivas y cómo transformó una apuesta arriesgada en un emblema agroindustrial.

En tiempos de crisis vitivinícola y búsqueda de diversificación económica, el pistacho emerge como uno de los cultivos con mayor proyección internacional. Mendoza, que tradicionalmente se asoció a la vid y el olivo, hoy también empieza a perfilarse como una tierra fértil para este codiciado fruto seco, aunque con particularidades. Así lo explicó Mercedes Díaz, directora de Pistachos de Altura y una de las pioneras en la producción mendocina, en diálogo con Tenés que Saberlo, por Radio Post.

“En nuestra finca de Agrelo tenemos plantas de pistacho que ya tienen 30 años. Son de origen californiano, traídas en 1993 y adaptadas acá. La marca Pistachos de Altura surge porque cultivamos a más de mil metros sobre el nivel del mar, algo muy propio de esta zona”, contó Díaz.

Aunque San Juan es la provincia históricamente más identificada con el pistacho por clima y suelos, Mendoza cuenta hoy con alrededor de 2.000 hectáreas cultivadas, según cifras del último Congreso de Frutos Secos. En ese contexto, proyectos como el de Díaz destacan por su constancia, calidad y visión de futuro.

El pistacho tarda entre 7 y 8 años en comenzar a producir, pero una vez que entra en régimen, puede alcanzar rendimientos de hasta 2.000 kilos por hectárea. La variedad que se cultiva en Argentina es Kerman, con plantas macho Peters, ya que la especie necesita de ambos sexos para fructificar.

“Es un árbol rústico, de hoja compuesta y corteza gris. Se adapta bastante bien a diferentes condiciones, aunque los suelos profundos y cálidos favorecen los mejores rindes”, detalló Díaz.

La cosecha se realiza con maquinaria que agita el tronco, similar al olivo, aunque también puede hacerse manualmente. Uno de los puntos fuertes del pistacho es su resistencia a plagas, aunque hay que estar atentos a hongos, chinches y aves como las cotorras, que suelen afectar las plantaciones.

El pistacho se popularizó en Argentina primero como snack salado, pero hoy gana protagonismo en la gastronomía, heladería y productos gourmet. Su sabor, textura y color verde intenso lo volvieron tendencia. “Hay que tostarlo con cuidado para que no pierda sus cualidades. Muchos lo prefieren con salmuera, que realza su sabor”, explicó la productora.

Además, tiene un alto valor nutricional, aporta hierro, fibra, grasas saludables y hasta propiedades que ayudan a la producción natural de melatonina, aliada del buen descanso. Eso sí: no es apto para todos. “Hay personas alérgicas al pistacho, como pasa con otros frutos secos, y hay que tenerlo en cuenta”, advirtió.

La producción de pistacho convive perfectamente con otros cultivos como la vid o el olivo. En el caso de Díaz, también elabora vinos de alta gama desde su finca, lo que le permite sortear mejor los vaivenes de cada sector.

El pistacho mendocino tiene, además, muy buena aceptación internacional. “Aunque nuestra zona no es la ideal, algunos clientes aseguran que el sabor es superior al de otras regiones”, destacó.

Por ahora, la producción se destina tanto al mercado interno como a nichos de exportación, y hay espacio para crecer. “El pistacho está de moda. Que crezca su cultivo genera trabajo, diversificación e ingresos para Mendoza. Ojalá se aproveche esta oportunidad”, concluyó Díaz, que no solo es una referente productiva, sino también la mujer que trajo el primer lote comercial de pistachos a Mendoza en 1993.

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