Durante su discurso ante la Asamblea Legislativa, el gobernador Alfredo Cornejo sorprendió al extraer de debajo de su escritorio una roca y una botella de vino. No fue un gesto menor: la roca representaba el cobre, y el vino, la tradición mendocina. Ambos símbolos colocados con fuerza sobre el atril pretendieron enviar un mensaje claro: Mendoza debe ser reconocida tanto por sus vinos premium como por su aporte estratégico a la transición energética global.
Para Marita Ahumada, geóloga mendocina de renombre internacional y expresidenta de la Cámara de Empresarios Mineros de Mendoza, el gesto fue “fantástico y brillante”. En una entrevista radial, Ahumada analizó el impacto del acto simbólico y la necesidad urgente de que Mendoza avance hacia una minería moderna, sustentable y responsable.
“Fue un mensaje muy contundente. Y quiero resaltar algo: el gobernador, además, alzó su copa de agua y dijo ‘Cuidando el agua’. Eso fue fantástico. Mostró que se puede hablar de minería, vitivinicultura y cuidado ambiental en la misma escena”, destacó.
La geóloga explicó que la industria vitivinícola y la minería no son mundos tan separados: “Se utilizan insumos similares, como el sulfato de cobre, por ejemplo, en los postes de viñedos. Mostrarlo gráficamente así fue muy acertado”.
Mendoza y su potencial cuprífero
Ahumada subrayó que Mendoza posee un gran potencial para desarrollar minería de cobre, un insumo clave en la transición energética global hacia fuentes limpias. Sin embargo, remarcó que aún falta mucha exploración para confirmar la viabilidad de los yacimientos.
“Del otro lado de la cordillera, en Chile, están algunos de los yacimientos de cobre más importantes del mundo. La geología no reconoce fronteras políticas. Hay indicios en Mendoza que merecen ser investigados”, afirmó.
De la “edad del pavo” a una adultez política y ambiental
Consultada sobre el cambio de percepción social respecto a la minería, Ahumada fue directa: “Durante años, Argentina y especialmente Mendoza estuvieron en una ‘edad del pavo’ con respecto a la minería, exagerando, sin saber lo que se quería. Hoy la necesidad de generar empleo genuino, con buenos sueldos y bajo estándares ambientales, nos obliga a madurar”.
La especialista defendió el modelo de la nueva minería, sometido a estrictos controles ambientales, programas de cierre y responsabilidad social. “Ya no es como en el siglo pasado, donde se explotaba y luego se abandonaba todo. Ahora se trabaja con planificación, sustentabilidad y bajo leyes estrictas”.
También cuestionó la forma en que muchas veces se comunican los incidentes mineros: “Se habla de catástrofes ambientales cuando no lo fueron. En el caso de Veladero, por ejemplo, se dijo que fue el peor desastre ambiental de Argentina, y no fue así. No murió ningún animal y el río Hachal, que se menciona, nunca fue apto para consumo humano”.
Comunicación, educación y responsabilidad compartida
Ahumada consideró que el cambio de paradigma requiere un esfuerzo compartido: “Todos tenemos una cuota de responsabilidad: profesionales, empresas, comunicadores y ciudadanos. Y ahora el gobierno ha dado una señal clara. Los demás vamos a tener que ponernos a estudiar”.
Con ironía finalizó: “A veces, al lavar los platos, contaminamos más que una industria. El detergente también contamina, pero de eso nadie habla. Hay que dejar de lado el cinismo mendocino y asumir el debate con seriedad”.
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