En medio de los debates recurrentes sobre temas nacionales, surge una noticia que nos obliga a reflexionar. Nahuel Gallo, gendarme argentino residente en Uspallata, fue detenido en Venezuela mientras visitaba a su esposa e hijo. El régimen de Nicolás Maduro lo mantiene incomunicado, acusándolo de ser un espía.
Nahuel Gallo estaba gozando de su licencia anual cuando decidió viajar a Venezuela para estar con su familia. Sin embargo, fue detenido y recién ayer el régimen chavista confirmó su captura a través de Diosdado Cabello, uno de los principales operadores del gobierno.
La situación no es aislada. Venezuela, bajo la dictadura de Maduro, se ha convertido en un estado represivo, donde el pensamiento crítico se paga con cárcel o, incluso, la muerte. El caso de Gallo es un ejemplo más de cómo el chavismo utiliza a las personas como rehenes para negociar poder frente a un inminente cambio político en el país.
La dictadura de Maduro guarda similitudes con los regímenes más oscuros de la historia reciente. Las detenciones arbitrarias, los centros de tortura como el Helicoide y la persecución de opositores son reflejos de una doctrina que considera enemigo a todo aquel que piense distinto.
Ayer mismo falleció una persona detenida en el Helicoide, aumentando las sospechas de huelgas de hambre y condiciones inhumanas. Gallo, al igual que otros, permanece incomunicado, sin acceso a un abogado ni derechos básicos.
Desde 2015, más de siete millones de venezolanos han emigrado, huyendo de la represión y la pobreza extrema. Sin embargo, quienes permanecen en el país enfrentan una vida bajo el yugo del chavismo. En Argentina, el apoyo al régimen ha sido tema de controversia, con sectores políticos que aún defienden a Maduro.
Es momento de alzar la voz y exigir la liberación de Nahuel Gallo. Su situación no es solo un problema personal, sino un símbolo de la opresión que enfrenta el pueblo venezolano.
Acompañemos a la familia de Nahuel Gallo desde nuestras plataformas. Es esencial visibilizar esta injusticia y generar presión en todos los niveles. Las redes sociales, los medios de comunicación y las gestiones diplomáticas son herramientas clave para buscar su liberación.
El secuestro de un argentino no puede pasar desapercibido. Es nuestra responsabilidad como sociedad exigir justicia y recordar que, aunque la democracia puede tambalear, siempre tiene la capacidad de prevalecer frente a las dictaduras.