El gobierno de Javier Milei le puso un cepo a la periodista Silvia Mercado, quien está impedida de hacer preguntas en las conferencias de prensa del vocero presidencial, Manuel Adorni. Le quitaron la acreditación a la Casa Rosada en un grave ataque a la libertad.
En una Argentina en donde los medios periodísticos se dividen claramente entre los que quieren que Javier Milei termine «ya mismo» su mandato y los que ofician como voceros personales, aun de las cosas más insólitas del «universo» presidencial, justo lo que quedaba era la posibilidad de formular preguntas, despojados de cepos.
Eso hacía la periodista Silvia Mercado, de cuya trayectoria no hace falta hablar, ya que es conocida, como acreditada en la Casa Rosada. Lo hizo representando a diversos medios, como Radio Jai, últimamente, y recientemente también en nombre de Memo.
Pero de golpe y porrazo, el gobierno que hace bandera del término «libertad» le quitó la acreditación. Silvia Mercado puede entrar, pero no hablar: le quitaron el arma con el que todo periodista, precisamente, defiende la transparencia al buscar lo más cercano a la verdad, las preguntas al poder.
Todo esto ocurre en un momento en que la hermana del Presidente, Karina Milei, a quien nadie votó, concentra cada vez más funciones que no le correspondenen la Secretaría General de la Presidencia, generando lo que muchos funcionarios -aun los del equipo propio del gobierno libertario- indican con el sencillo pero determinante término de «despelote». Es que al querer controlarlo todo, como la comunicación y las empresas del Estado, por citar solo dos ejemplos, genera más problemas que soluciones en lo práctico.
Es probable que en el futuro se vea este tiempo como muy raro, a juzgar por los temas sobre los cuales Los Milei -Karina por acción y Javier por omisión- aplican censura. Ambos son propietarios de un fuerte misterio en torno a sus prácticas y convicciones personales y familiares, hermetismo que defienden a capa y espada, cercenando libertades ya adquiridas y básicas para el sostenimiento de la democracia solo porque alguien se atreva a escarbar en ese mundo opaco.
La periodista Silvia Mercado debe ser acreditada nuevamente para ejercer su labor en la Casa Rosada y es menester de todos los que dicen «luchar por la libertad» abogar para que no sea condicional a subordinarse a los deseos del dúo gobernante.
Los gobiernos suelen inclinarse hacia controlarlo todo, inclusive lo que se dice, se pregunta, se responde, se difunde. Pero más temprano que tarde, sucumben ante su desmedida ambición autoritaria: el pueblo argentino no es así y ya demostró que sabe dar vuelta de página cuando se da cuenta que cayó en las trampas del poder.
En el caso de Silvia Mercado, no es suficiente la solidaridad: hay que actuar, exigir y reclamar.