Lamentablemente, estamos aprendiendo a naturalizar cuestiones que no son normales ni naturales. La palabra exacta sería ‘naturalizar’. Por ejemplo, que haya una élite en Argentina, una élite económica. Cuando uno habla de élite, siempre se refiere a personas que están por encima de las demás, financiadas por el Estado. Y esto va más allá de los subsidios que da el gobierno a algunas actividades que no se sustentan por sí solas. Estamos hablando de nuestros senadores nacionales.
Acá hago un paréntesis: no les creo que se vayan a bajar la dieta, no les creo. Se la aumentan, amenazan, dan discursos. Este juego continúa. Van a tener una sesión en el Congreso convocada por la vicepresidenta Villarruel. Tienen que saber un dato preciso: ¿Cómo es la composición social en Argentina? Un 37% de la gente es clase baja, un 16% es clase baja superior, un 25% es clase media baja y un 17% es clase media alta. ¿Saben dónde están los senadores? En el 5% restante, que es la clase alta.
¿Quién dijo que los senadores nacionales tenían que ser clase alta? Está bien, tienen que cobrar bien, tienen una función importante, representan a los estados provinciales. Pero, a ver, se les está yendo la mano con un tema central que es la empatía, la empatía con la sociedad a la que pertenecen. La gente es el iceberg contra el que chocó el Titanic y ellos están bailando en la cubierta del Titanic. Miren, se les va a hundir.