Bienvenidos a Radio Nueva, a este espacio que hemos denominado “minutitos”. Cada día comparto un comentario sobre algún tema en el tapete, y hoy me parece importante abordar algo que venimos discutiendo desde hace tiempo: la posibilidad de que Mendoza ingrese finalmente al desarrollo minero.
Durante muchísimo tiempo se mintió, y como saben, la mentira tiene patas cortas. A veces, incluso, la mentira tiene nombre y apellido, y en este caso, sin dudas, los tiene. Algunas personas desde la política mintieron con el objetivo de conseguir votos, recuperar una banca o tener la chance de sumar un voto más.
Muchos legisladores basaron sus campañas políticas en discursos erróneos, afirmando, por ejemplo, que «por tu surtidor iba a salir cianuro». Esto es algo que no sucede aquí ni en ningún lugar del mundo donde se practica la minería.
Tampoco es cuestión de «defender a la minería» porque no necesita defensa. Es simplemente una actividad económica como cualquier otra. Pensemos en el petróleo, que tanto alimenta la economía de Mendoza: claro que contamina. Pero cuando contamina, es necesario prevenir, eliminar, sancionar y actuar. Toda actividad humana genera un impacto en la sociedad, y nosotros también somos parte del medio ambiente.
A veces se idealiza el medio ambiente pensando solo en los animalitos o los arbolitos, pero olvidamos que necesitamos comer todos los días, y comer bien. Argentina tiene un 50% de pobreza, y Mendoza no escapa a esa realidad. Por eso, es clave que la sociedad otorgue a la minería esa llamada «licencia social».
Actualmente, esta licencia social parece haberse conseguido en Mendoza. Esto se logró tras discusiones y debates donde quienes estaban en contra no pudieron sostener las mentiras de antes. La sociedad mendocina está despierta y comprende que la minería es una actividad económica necesaria. Estamos llegando 30 años tarde en comparación con San Juan y otras provincias.
La minería trae recursos importantes, paga buenos salarios y tiene el potencial de elevar el nivel de vida de todos. Sumarla a la matriz productiva de Mendoza, ya variada, puede ser un paso clave. Aquí no dependemos únicamente del empleo público; hay actividades diversas y muchas personas que se esfuerzan día a día por salir adelante.
Hoy, Mendoza tiene licencia social para la minería. Que lo sepan quienes mintieron tanto, porque el desarrollo económico de nuestra provincia no puede seguir condicionado por discursos vacíos. Finalmente, planteo que aquellos personajes políticos responsables del daño que estas mentiras han causado deberían asumir las consecuencias.