Hay mucho por hacer antes de firmar el Pacto de Mayo al que convocó el Presidente. Lo cierto es que con su mensaje recalibró su liderazgo institucional. Sigue más basado en objetivos económicos que polÃticos.
¿Qué puede pasar de aquà al 25 de mayo, cuando el presidente Javier Milei llegue a Córdoba a esperar el acompañamiento de los gobernadores y lÃderes polÃticos a los10 puntos del «pacto» enunciado en su discurso en el Congreso?
En principio, ya produjo una serie de efectos y las cosas ya están sucediendo:
â Distensión. El perÃodo ya iniciado de 85 dÃas hasta la fecha propuesta por el presidente generó un relajamiento de las tensiones públicas. No habÃa quién pasara y no recibiera una cachetada desde la Casa Rosada. Las broncas dentro del espacio aleadófilo habÃan alcanzado su pico máximo. La percepción general fue expresada por varios referentes, entre ellos, varios gobernadores: «Milei no se deja ayudar». Ahora, pidió ayuda, a su manera, pero la dejó picando.
â Redefinición opositora.ÂLa oposición al gobierno de Milei se ve obligada a no solo a tomar posición, sino a fundamentarla. Hasta ahora, se ve a un montón de gente de diverso origen y pertenencia a la que les cae mal Milei, y poco más. La masa critica requiere de mucho más que eso, porque si lo alternativo que proponen a la vara que dejó como objetivo el llamamiento presidencial es volver al pasado reciente, fracasarán y se atomizarán entre ellos.
â Protagonismo de gobernadores.ÂDesde su borrosa realidad en virtud de un porteñocentrismo abarcativo desde el gobierno nacional, ahora los mandatarios provinciales han pasado al frente. Tienen en sus manos la decisión de acompañar lo que el Gobierno considera una «refundación» del paÃs o de rechazarlo. Pero nada es gratis, en el amplio sentido del término. De allà que se ven presionados a ser mucho más: sus partidos están desconfigurados y se les reclama liderazgo polÃtico a ellos, con lo cual se diversifica el arco polÃtico y se ponen tirantes las relaciones dentro de las fuerzas polÃticas.
â «Diálogo»: léase, «toma y daca».ÂNo hay que asustarse, eso es la polÃtica. El kirchnerismo se mostró sorprendido porque el Gobierno salga a pedir abiertamente que le aprueben antes del Pacto de Mayo algunas leyes que fueron parte de las Bases que no lograron salir del Congreso. Sin embargo, cabe preguntarles a los que fueron gobernadores con Cristina Kirchner en la presidencia cómo funcionaba el sistema de «látigo y plata». Paco Pérez tendrÃa para hablar durante horas sobre cómo se asfixia y oprime a un gobernador con tal se cuadrarlo incondicionalmente, por citar solo un ejemplo. Entonces, un punto central de estos 85 dÃas será que se acompañen mutuamente gobernadores y presidente.
Milei logró recalibrar su liderazgo. Lo consiguió no solo al conseguir récord de audiencia en su mensaje de apertura de sesiones del Congreso, sino con lo que dijo ante esa audiencia.
Básicamente,Âse relanzó.
Como bien lo explica el presidente del Club de la Libertad,ÂAlberto Medina Méndez, un correntino «premileÃsta» de las ideas liberales,«Milei está siendo moderado, era peor antes». Y se entiende que recurra a esos modales para poder imponerse en una Argentina en donde cuesta mover la realidad, dominada por la inercia, y en la que además lo que quiere es darle vuelta como a una media, no solo empujarla.
De tal modo,ÂMilei dejó de disparar a su alrededor y al voleo, y volvió a identificar en lo más pachorro de la polÃtica: todo lo que se parezca al kichnerismo. En su discurso le puso nombres y apellidos, y no solo fueron Cristina Kirchner, su hijo Máximo, Hugo Moyano, Sergio Massa o Hugo Moyano, sino que sin nombrarlo instaló allà a Gerardo Morales. Lo que antes pudo denominar como «el comunismo», lo señaló ahora sin aquellas antiguas exageraciones, como los adversarios reales, abriéndoles las puertas a los sectores que no tienen ese nivel de pensamiento y acción para transformarse en posibles protagonistas de un nuevo tiempo.
Si bien es cierto que esto de empezar desde cero es un sueño reiterado y trillado de todo polÃtico, nunca habÃamos tenido en la presidencia a «un Milei», obcecado en las ideas económicas, que subordina a la polÃtica a sus objetivos en ese sentido, y por ello da tumbos de vez en cuando en materia de relaciones interinstitucionales.ÂLo que queda en superficie es que no negociará su finalidad de construir un final feliz para las cuentas del Estado. Está visto que a costa de cualquier otra cosa. Y ojalá sea, reordenando lo que está de más, lo que sirve para el latrocinio, básicamente.