Jon Lee Anderson. «En 30 años de ir a la guerra, no he perdido tantos amigos como en los últimos 4 años»

Gabriel Conte
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Soy Gabriel Conte, periodista. Fundé el diario Memo (memo.com.ar) en 2019. Creé y dirigí en los años ’90 la hoja de cultura El Comunero. Fui director de la revista Mendosat y durante 12 años trabajé como periodista, subdirector y luego director del portal MDZ, además de ser director de MDZ Radio. Mis primeros pasos en el periodismo los di en LV10 Radio de Cuyo. Mi programa «Tormenta de ideas» entrevistó a unos 30 mandatarios y expresidentes, premios Nobel y figuras destacadas del mundo, por Radio Nihuil. He colaborado con medios de Argentina y el extranjero.

Periodista de The Newyorker. Consejero rector de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Corresponsal de guerra. Habló con MDZ Radio durante el programa «Tormenta de ideas».

Jon Lee Anderson es maestro de periodistas, desde la Escuela de Nuevo Periodismo de Iberoamérica fundada por Gabriel García Márquez y, a la vez, uno de los periodistas más prestigiosos del mundo. Corresponsal de guerra y autor de numerosos libros que recogen su experiencia, es el columnista principal de la revista The Newyorker.  Ha publicado los libros: Che Guevara: Una Vida Revolucionaria (1997), La tumba del León: Partes de guerra desde Afganistán (2002), La caída de Bagdad (2004), entre otros. Sus artículos aparecen habitualmente en medios de la categoría del New York Times, Financial Times, The Guardian, El País, Harper’s, entre muchos otros. En 2013 fue ganador del Premio María Moors Cabot a la excelencia periodística que otorga la Universidad de Columbia.Â

Habló este sábado en el programa «Tormenta de ideas» de MDZ Radio. El tema en debate es el rol del periodista que es testigo de las tragedias de la Humanidad.

Nos ha conmovido el rol que están cumpliendo las personas que tienen que informar sobre tragedias. ¿Cómo hay que tener el cuero para afrontar esto?

– Yo diría que son servidores públicos. Aunque les avergonzaría ser calificados como tal o ser descritos como gente con una misión, muchos de ellos son así, con una consagración social muy admirable. Ahora se me viene a la mente una joven catalana que vive en Costa de Marfil y pasea por África sobreviviendo a duras penas, pero con afán de recorrer África, explorarlo y relatarlo a España y a todos los europeos. Los africanos empiezan a tema porque muchos mueren ahogados en el mediterráneo, por pobreza y represión en sus países, en un afán de por venir. Eso se vincula a su vez con el drama del Medio Oriente, porque también ellos llenan estos precarios barcos que intentas llegar a lugares más seguros. Europa se desdibuja como una especie de santuario asediado, pero con sus propios problemas: Con el resurgimiento de ideas fascistas, en algunos casos a raíz de esta sensación de sentirse situado y un mundo cada vez más extremo y convulso. Los periodistas que incursionan en estos conflictos, en estos sitios cada vez más volátiles se han convertido en blanco de terroristas, por un lado, y en figuras de incomprensión por muchos regímenes, son reprimidos, perseguidos y en muchos casos asesinados. Nunca ha sido tan negro el panorama por los periodistas. Entonces, quienes cubren estos merecen nuestra admiración y respeto.

Dijo que el periodista ofrece un servicio público. ¿También es una tarea militante, porque habrá que insistir para que los medios lo reproduzcan y los factores de poder accionen?

– Así es, a la vez que hablamos de esto, tenemos un periodismo que está en eclosión, en picada. Muchos periodistas ya no son solventados por medios que pagaban no sólo un sueldo digno, sino gastos de viáticos y hasta gastos de viajes. La mayoría no paga eso, se ha menguado en un 90%. EN la última década, no son muchos los enviados por sus medios o que viven en los sitios y lo cubren de manera continua que están en un medio formal, sino que la mayoría son free lance, lo que con una mano adelante y otra tras, tiene que recorrer esos lugares, como estudiantes, en lugares como Bagdad, con ese afán de aventura, juventud, buscar la verdad y ser testigos de la historia. Todos esos impulsos de buenos periodistas, que no son solventadas por los medios, que si los pagan, los pagan muy poco. Casi como mano de obra negra, por llamarlo muy feo. Pagan 50 dólares la nota, por ejemplo, es inconcebible, ni cuando yo empecé en periodismo la paga era tan baja. Ni hablar de seguros de vida o médicos. Entonces muchos recurren a blog o a esas plataformas para elevar las noticias y verse publicados, porque no hay medios que lo publiquen.

Usted que ha sido corresponsal de guerra, hoy según en qué parte del mundo uno viva cree lo que está pasando. ¿A quién creerle cuál es la situación del mundo hoy en día?

– Tiene mucha razón y no es difícil creer que muchos están confundidos. Si uno sigue Twitter, por ejemplo, que es la nueva agencia de noticias o telegráfica del mundo, hay un sin fin de sitios que compiten con nuestra atención y con nuestra inclinación política. Veo RT en Español, que es de Rusia hoy, es un medio que tiene todo: texto, audio, visual, informa muy intensamente, pero yo diría que es propaganda pagada por Putin, siempre dará la versión «putinesca» del mundo. También tenemos CNN, que muchos la verían como una óptica norteamericana o Al Yazira, que viene de Qatar y tiene algunos problemas con su cobertura del mundo árabe, porque dentro de sí tienen divisiones sobre cómo cubrir el lío musulmán. Es decir cómo concebir de una noticia buena, que no es partisana y nos cuenta la verdad, yo digo que es importante analizar bien, escuchar la conciencia de uno mismo y ver cuándo nos mienten y cuándo no, uno sabe, a veces uno prefiere no escuchar una versión y creer en otra, porque el mundo es más fácil cuando es blanco o negro. Yo prefiero un periodismo que crea dudas y rompe esquemas, yo estoy seguro que lo más nefasto es conformarnos con una sola verdad, cuando hacemos eso, creamos nuestro propio sectarismo. Es difícil pero hay que intentarlo, buscar periodistas que nos parezcan sinceros y seguirlos, porque no hay nada más grande que la honestidad.

¿Cómo ha sido su vivencia como corresponsal de guerra?

– Cada uno es distinto, he estado en guerra donde me he sentido inmerso en la guerra, apasionado e integrado al conflicto y apasionado, con el drama humano. También he estado en otras, donde me siento un forastero, poco más que una mosca en la pared, consciente de que soy de otra parte y con poco impulso pasional. Es curioso. También están las guerras donde he dejado amigos cercanos. En Libia y en Siria he perdido a grandes y varios amigos personales. En 30 años de ir a la guerra, no he perdido tantos amigos como en los últimos 4 años. Eso me ha hecho reflexionar, ha sido muy difícil, no he ido menos, pero el mundo de la guerra ha cambiado muchísimo, sobre todo el mundo musulmán, donde sólo por ser occidentales nos hemos convertido en blanco de secuestros y asesinatos, nos convertimos en la guerra misma, en objetos de la guerra. Eso es algo inaudito, no sé bien cuál será el desenlace, pero en términos de periodismo de guerra estamos en el hecatombe, no hubo un momento peor que este.

Usted dijo que tiene miedo por el rol del periodismo, que se ha transformado en un mecanismo de expresión de los yihadistas…

– No. Creo que se ha transformado lo que yo dije. Dije que me espanta que nosotros seamos usados por yihadistas que nos buscan para matarnos frente a una cámara, para tener un efecto de terror. No hay nada más vil que matar a un inocente, sea periodista o contador. Eso ocurre con demasiada frecuencia. El yihadismo musulmán es la ideología más nefasta de la tierra, sólo comparable con el nazismo de hace 70 años, porque busca conquistar el mundo con las muertes de otro. Todo el que no cree igual, hay que matarlo. Eso estamos viendo, con periodistas, con voluntarios de ONG. Tenemos tecnología que se convierte en elemento de guerra, un iPhone es un cañón, si degollando una persona a través de su cámara y mandándolo por Twitter tu llegas a millones de personas con terror, no tienen que asediar una ciudad. La nueva tecnología está cambiando el mundo, para bien y para mal.

¿Qué opina de las redes sociales en el ejercicio del periodismo?

– El mal uso di un ejemplo antes y no sé cómo lo vamos a superar. No sólo está la violencia extrema, también pornografía y tantas cuestiones que se van como Pedro en su casa a través de las redes. Es difícil superar eso, lo veo tan negro que ha veces no veo lo positivo. Pero también hablando de tecnología móvil multiplicadora tiene increíbles capacidades de elevar informaciones por el mundo, de reflejar realidades distintas por todo el planeta. Yo creo que tiene que pasar una ¡forma de que la humanidad pueda controlar esto, darle marco, mecanismos de control para entender lo que estamos viendo. Por eso creo que aún el periodismo tradicional es más importante que nunca, personas de buena fe que hagan análisis y conclusiones, sin polarizaciones. Para los sin voz, es una nueva voz, eso nos ofrecen las redes sociales. Ahora cualquiera puede elevar su problema al mundo, antes eso no pasaba. La cuestión es cómo proceder a cambiar la realidad a partir de lo que sabemos, estamos hastiados de una realidad desbordante, pero no hemos encontrado la forma de canalizar esa información, digerirla y hacerla llegar a los políticos para cambiar esa realidad.

¿Cuál es el eje de esa problemática en Latinoamérica hoy?

– América Latina es la sociedad más violenta, después de Siria, está Honduras, México y Venezuela (quizás me confunda con México), son las sociedades donde más gente muere por violencia en el mundo. Si bien es cierto que ya no hay dictaduras y todo el mundo se aplaude porque hay clase media, ¿por qué Latinoamérica ha producido las sociedades más violentas? Hay periodismo vil también en América Latina, de hecho, periodismo de encomienda por grupos económicos o políticos. Fácilmente uno compra un medio y dirige a un grupo de periodista como si fueran soldados de una causa. Así como no hay sociedades civiles plenamente logradas, y estado de derecho pleno, los fueros judiciales son vacíos y en muchos casos corrompidos, así como la Policía. Mientras que no haya estado de Derecho en América Latina, difícilmente pueda haber un periodismo decente y comprometido con la verdad. Hasta que no haya verdadera transparencia, no habrá una sociedad civil transparente ni saludable y no hay Estado de Derecho, por lo que no hay seguridad y no puede haber un periodismo comprometido con el pueblo y no con sectores de interés.