Cosas que quedan en la superficie tras conocerse los resultados de los municipios mendocinos que decidieron anticipar sus elecciones.
No hay un solo motivo que movilice el comportamiento de los votantes al ingresar al cuarto oscuro. Siempre se cruzan una serie de evocaciones, condicionantes, existismos, broncas, fanatismos o todo lo contrario: bronca y desinterés. Además, puede que haya reflexión personal sobre el impacto a futuro en la vida propia y de los seres queridos del acto que está por protagonizar en secreto y silencio, pero del que luego referirá socialmente.
Desde el lado de quienes convocan a votar y/o se postulan a cargos, se emiten, además, una serie de señales. Pretenden conducir al votante, pero todo lo anterior fluctúa como inteeferencia.
Lo que sí representa un condicionante fuerte es que el turno para votar se anticipe, desdoblando el proceso electoral que, pudiendo ser uno solo en un mismo día, se tergiversa. Es legal. Pero ello no impide que se pueda advertir una intencionalidad al tomar la decisión.
En el caso mendocino de los municipios peronistas y del neoperonista de San Carlos, estaba el temor de sus intendentes a perderlo. La performance del PJ en Mendoza sigue sin ser buena y esta vez, se olvidaron de la «lealtad» y pusieron por delante su propia continuidad en el poder. Si iban a elecciones junto con la de gobernador, sus chances quedaban comprometidas al resultado de esa categoría. Igual con San Carlos, en donde pasó de ser oficialista en los últimos 7,5 años a ejercer la oposición, con La Unión Mendocina como «Caballo de Troya» del peronismo que dejo de ganar cuando se eligió a Paco Pérez gobernador, y que ahora se esconde tras la figura de Omar De Marchi, quien tampoco ha podido ganar jamás por sí solo.
¿El mismo análisis podría hacerse a los municipios radicales? Claro que sí. Alfredo Cornejo y Rodolfo Suarez, en su caso, necesitan que sus intendentes se elijan el mismo día en que se vote para gobernador, para ofrecerles una base importante de votos de abajo hacia arriba.
Con estos datos, no es difícil darsencuenta que la «vaca atada» que parece envalentonar a los intendentes ganadores no es más que una «vaca secuestrada». ¿Qué pasaría si la dejaran pastar sola, a su merced? ¿Hubieran podido repetir estos resultados?
Ganadores, sí, pero bajo circunstancias especiales.