Desde temprano, este programa ha puesto el foco en la crisis que enfrenta el turismo en Mendoza. Aunque solemos destacar logros, como los avances en minería, también es fundamental señalar aquello que no está funcionando. El turismo, desde hace tiempo, es un área problemática que requiere un replanteo urgente.

Uno de los puntos centrales es el error de medir el éxito turístico exclusivamente por la llegada de visitantes extranjeros impulsada por la devaluación de la moneda argentina. Esto no es mérito de políticas públicas ni de planificación estratégica, sino el resultado de una circunstancia económica desfavorable. A largo plazo, no podemos depender de este «éxito del fracaso».

Un caso emblemático fue la baja concurrencia durante la Vendimia pasada, con cuadras vacías en el Carrusel. Los funcionarios no admitieron el problema, incluso reaccionaron con soberbia ante críticas constructivas. La promoción turística necesita ser permanente, integral y enfocada en todos los segmentos sociales, tanto locales como internacionales. Mendoza tiene muchísimo que ofrecer, desde los paisajes del Valle de Uco, San Rafael y Malargüe, hasta su rica historia en el Este provincial, pero la información y promoción no están alcanzando a todos los públicos.

Además, Mendoza debería ser más inclusiva en su oferta. Hoy en día, el turismo se percibe como un lujo inaccesible para muchos. Necesitamos sectorizar y diversificar las propuestas, fomentando alternativas más familiares y económicas, como áreas para motorhomes o picnic.

El diagnóstico está claro: hay que admitir los errores, asumir responsabilidades y redirigir la estrategia. El desafío es convertir a Mendoza en un destino para todos, sin depender exclusivamente de un tipo de turismo elitista o de los vaivenes económicos. Esto requiere voluntad política, creatividad y un compromiso real para explotar el enorme potencial de la provincia.