Hoy estamos frente a la posibilidad de consolidar un avance histórico: la democratización de los sindicatos. A 40 años de la recuperación democrática, este proyecto busca que la democracia no solo alcance los ámbitos electivos, sino también los gremios, espacios donde la representación de los trabajadores a menudo se diluye en prácticas autoritarias y falta de transparencia.
Actualmente, en las elecciones sindicales, el ganador controla todo, incluidos los fondos, lo que genera concentración de poder y perpetúa liderazgos alejados de su propósito original: defender a los trabajadores. En lugar de eso, vemos dirigentes convertidos en empresarios, con intereses ajenos a los de sus bases.
El Congreso había avanzado con un proyecto de democracia sindical, apoyado por numerosos legisladores. Sin embargo, de manera sorpresiva, varios de ellos retiraron su respaldo, dejando en riesgo la aprobación del dictamen. Entre los que se opusieron, Miguel Ángel Pichetto argumentó que este tema «no debería discutirse solo en el Congreso», una postura insólita considerando que el Parlamento es precisamente el espacio democrático por excelencia.
Otros legisladores, como los vinculados al gobernador cordobés Martín Llaryora, también retiraron su apoyo sin explicaciones claras. Además, varios sindicalistas y peronistas bloquearon el avance del proyecto, incluyendo figuras como Sergio Omar Palazzo, Daniel Arroyo y Vanessa Siley, entre otros.
La falta de democracia sindical no es solo un problema gremial; afecta a toda la sociedad. Controlar los fondos y garantizar la representación de mayorías y minorías permitiría reducir la corrupción y devolver los sindicatos a su esencia: la defensa de los trabajadores. Si no aprovechamos esta oportunidad, seguiremos perpetuando un sistema desigual que limita la participación y la transparencia.
Es hora de exigir un cambio. Este no es solo un debate legislativo; es una cuestión que nos compete a todos como ciudadanos. La democracia debe ser transversal, alcanzando cada rincón de nuestras instituciones. Perder esta oportunidad sería un retroceso imperdonable.