Me tomo unos minutos para reflexionar. La verdad es que, aunque critico a menudo, noto que vivimos un momento muy berreta en la comunicación y la discusión polÃtica. Esto nos incluye a todos: polÃticos, medios, ciudadanos y a mà mismo. Desde la polÃtica se ha impuesto la idea de exterminar la opinión del otro, no es cuestión de estar en desacuerdo o tener un matiz, directamente se elimina. Se piensa que la opinión del otro no sirve, que está equivocada, y ¿cómo se la anula? Una de las formas más comunes es decir: «Te están pagando para que opines eso», como se ha popularizado con el término «ensobrado». Esto descalifica a las personas al decirles que no tienen pensamiento propio, que su opinión es comprada.
Es un momento muy degradado en la comunicación pública y personal. En los medios también se ve; se toman posiciones absolutas. Pocos dicen: «Esto está bien» o «Esto podrÃa ser mejor». Todo parece ser blanco o negro, cuando en realidad los temas tienen matices, como los colores: grises, rojos, azules⦠La discusión sana, donde uno puede convencer al otro con argumentos, está en desuso.
Recuerdo que cuando iba a la secundaria, me escapaba los miércoles para ir a la legislatura a escuchar a los legisladores. HabÃa grandes figuras, de ambos partidos, que se convencÃan mutuamente con argumentos, sin cámaras, sin distracciones, solo buscando hacer leyes mejores. He visto peronistas convenciendo a radicales y viceversa, debatiendo con profundidad, sin anular al otro.
Hoy, lamentablemente, vemos casos como el de una diputada, Cinia Gómez, que nos trató de «ensobrados» en nuestro medio, Memo. Es una acusación grave, injuriosa y descalificante, además de infundada. Los medios, si no investigan, no analizan o no cuestionan, pierden su razón de ser. Pero descalificar diciendo que alguien es «pagado» para opinar es la respuesta fácil y vacÃa.
El término «berreta» lo busqué en el diccionario, es un invento argentino que habla de la vulgaridad, de la falta de argumentos y, en muchos casos, de la falta de razón. Hoy, lamentablemente, el «berretismo» impera en todos los niveles: en la polÃtica, en los medios, en la discusión cotidiana. Se insulta en lugar de debatir.
Nos falta escucharnos más. No se trata de ser maestro ciruela, sino de promover una mayor libertad de expresión, donde todos puedan dar su opinión y, entre todos, tal vez podamos sacar el paÃs adelante.